Estimados amigos de El Gráfico, deseo que hayan tenido una ¡feliz Navidad! Espero estén felices en compañía de sus seres queridos, yo igual que ustedes, en estos días de reflexión, armonía y paz, estoy disfrutando de unas muy merecidas vacaciones en compañía de mi hermosa familia y amigos muy queridos.
Hemos trabajado con entusiasmo durante todo el año, hemos sido responsables y productivos para proveer de lo necesario a nuestras familias, así que merecemos estar con nuestros seres amados y disfrutarlos (si es posible) las 24 horas del día, lo cual me hace muy feliz porque lo más valioso que tengo es mi familia que son mi esposa, mis hijos y aunado a ellos mis amigos, que muchas veces se vuelven mas importantes que los parientes de sangre, ¿a poco no?.
Durante todo este 2015 he compartido con ustedes, semana a semana, a través de estas páginas y en mis redes sociales, los acontecimientos más importantes que he vivido durante el año y haciendo un balance, para mí fue un excelente año por lo que agradezco a Dios y a la vida haberme dado la oportunidad de volver al ring sin ninguna consecuencia en mi cuerpo y recibir de ustedes su enorme cariño. Fue un año que me hizo crecer como deportista, como profesional y como persona, valoré más a mis verdaderos amigos, a mis compañeros, así como a mi bella mujer y a mis hijos quienes siempre han estado a mi lado y más aún en este tiempo que estuve convaleciente. También logré cerrar algunos círculos de mi vida que estaban pendientes y eso hizo que mi interior se llenara de paz.
Algo que me llena de satisfacción fue ahora que logré realizar uno de mis más anhelados sueños y que fue unir los restos de mis padres; descubrí que a pesar de que ya no están con vida, siguen viviendo en mis recuerdos y en mi corazón. Les voy a compartir un momento sumamente difícil de presenciar y éste fue cuando abrieron el ataúd de mi mamá. Mi primer impulso fue verla pero no tuve valor; la quiero recordar como era en vida. Curiosamente con mi padre paso algo diferente y cuando abrieron su féretro para depositar los restos de ella, tomé aire y me llené de valor para a él si verlo.
Me asomé dentro y lo primero que vi fue su emblemática máscara plateada sobre su rostro. Después vi el impecable traje azul marino que cubría su cuerpo y ahí estaba El Santo, descansando tranquilo y en paz, esperando la llegada de su amada Maruca, como él le decía de cariño.
Parecía como si me dijera “Gracias hijo por hacer este momento realidad”. Su imagen permanece en mi mente y es invaluable el volver a verlo después de 31 años. Recuerdo sus sabias palabras cuando me escribió lo siguiente:
“Hijo, ten fe siempre en Dios, cualquier cosa que emprendas encomiéndate a él que siempre te escuchara. ¡Sólo así triunfaras en todo lo que pretendas hacer en cualquiera de tus profesiones, Santo”. Ponerlos juntos gracias a una persona que me ayudó, fue mi gran regalo, ¿que mas puedo pedir?!
Amigos, a veces la vida nos regala cosas que ni todo el oro del mundo puede comprar y no logramos verlo, yo los invito a ver a su alrededor y darse cuenta de lo 'regalados' que han sido esta Navidad!
Estoy consciente que también está la otra parte, como el dolor de haber perdido a un padre como le paso a la familia de Lizmark, que falleció la semana pasada y el Greco en noviembre, pero de eso les hablaré muy próximamente, descansen en paz.
Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.