Irma y las pequeñas apuraban el paso, no conocían bien su destino pero mantenían la esperanza de que al final de los árboles una mejor vida las esperaba, el camino era oscuro y solitario, el miedo era una sensación que naturalmente les recorría el cuerpo, todo parecía estar mal, lo único que orillaba a Irma a seguir caminando era que delante de ella abría paso Alán, su joven novio, 10 años menor que ella pero con una personalidad poderosa, él le prometió llevarla a vivir a Monterrey, donde iniciarían una mejor vida. Las pequeñas niñas comenzaban a llorar, al miedo se le sumó el hambre y el sueño. Alán se detuvo, parecía que había encontrado el lugar perfecto, de su mochila sacó un atuendo mortal, parecía que cambiar de ropa lo convertía en otra persona, no era el joven valiente al que Irma amaba, sino una bestia violenta e incontenible con máscara de calavera. La ropa negra devoró a Alán y creó a “El Halcón”, un monstruo dispuesto a alimentarse del miedo de sus víctimas. Pronto “El Halcón” lastimaría hasta la muerte a Irma, unas tijeras fungirían como garras, arrancan los párpados de la mujer, una hoz corta de izquierda a derecha el cuello, la sangre es imparable como la furia de “El Halcón”. Alán mira al cielo, parece que toma aire y se dirige a las pequeñas, ambas lloran, gritan, la muerte acude a la cita y pone fin a la locura. Alán Aparicio había vuelto a atacar, lo sucedido quedó registrado en un video de baja resolución, en el que Alán veía una y otra vez cómo se había convertido nuevamente en “El Halcón”.
El asombro es renovable. El 12 de julio de 2011 ocurrió uno de los más escalofriantes relatos policiacos de los que tenga memoria la comunicad poblana, un menor llamado Alán Emmanuel Aparicio Pérez, en complicidad con Socorro Pardo Cruz, “La Güera” y Eduardo Jiménez, “El Chino”, asesinaron a sangre fría a Irma Flores y sus dos pequeñas hijas, Abril y Brisa, de 6 y dos años, respectivamente.
El desalmado ataque fue capturado en la pequeña cámara de un celular Nokia, en el video se puede ver al propio Alán vestido de negro, con una larga gabardina y una capucha que le cubre la cabeza, lleva puesta una máscara del luchador La Parka, dentro de su mochila escondía las tijeras y la hoz con que fueron desolladas las tres víctimas.
Las autoridades tomaron el caso al llegarles el rumor de que unos empleados de seguridad privada en Agua Santa y San Bartolo presumían un video en que se llevaba a cabo un homicidio, incluso existe una versión del mismo editado y con fondo musical; es decir, necesariamente fue visto en repetidas ocasiones por el autor del mismo. El video llegó a manos de la policía en una diminuta memoria digital, fue necesario la intervención de la Policía Cibernética para poder extraerlo, de él pudo obtenerse una imagen de Irma, con ella se inició la búsqueda que llegó hasta el domicilio de Alán, quien confesó lo acontecido.
Para Alán no era el primer asesinato, a los 15 se inició con la muerte de Juan Conrado, el homicidio también fue grabado, el video muestra un cadáver con un puñal en el centro del pecho mientras Alán trata de cortarle la lengua.
Los supuestos motivos de Aparicio para cometer los ataques fue el deseo de subir de nivel al interior de una banda delictiva, el líder, Jesús Lima, apodado “El Lobo”, pedía a sus seguidores “pruebas” de los homicidios, “El Halcón” deseaba ser el número dos de la banda. “La Güera” fue condenada a 50 años de prisión por realizar el video. “El Halcón” saldrá libre en 2019, su sentencia sólo alcanzó los 7 años en retención, debido a que el día de los homicidios solo tenía 17 años.