Armando de Jesús Sánchez odiaba a su patrón. Durante los siete años que llevaba como vigilante en la fábrica nunca había tenido alguna palabra de agradecimiento, sólo regaños y malos tratos. Por eso planeó asesinarlo.
La tarde del 31 de diciembre del año pasado se decidió a hacerlo. Ese día, su patrón había quedado de ir a dejarle su pago a la empresa ubicada en calzada de Tlalpan, colonia Nativitas, en la delegación Benito Juárez.
Según su dicho, cuando llegó lo insultó como siempre y él decidió que ya había "estado bueno".
Enojado, también lo insultó y después le dijo que ya no regresaría a trabajar el próximo año. Entonces se le abalanzó y con un picahielo que ya tenía en la mano, comenzó a atacarlo.
En más de una decena de ocasiones le clavó el objeto punzocortante. Cuando descargó su furia, le quitó el teléfono celular, la cartera y las llaves del automóvil, un Susuki tipo Swift, modelo 2015.
Antes de salir de la empresa dedicada a la venta de gorras, playeras y bordados, cerró el lugar y condujo el auto hacia Michoacán.
Horas después, al darse cuenta que el empresario no regresaba a casa, sus familiares comenzaron a marcarle a su celular. Al no tener respuesta también marcaron al número fijo de la fábrica donde no estaba el vigilante.
Como tenían sus datos, le marcaron a su celular. Él les dijo que se encontraba en Michoacán, ya que se había retirado con el permiso de su patrón.
Durante los primeros minutos del 1 de enero de 2016 encontraron el cuerpo de la víctima. Cuando el Ministerio Público tomó conocimiento del crimen, se revisaron las imágenes de video de las cámaras de seguridad de la empresa y detectaron la salida de una persona que vestía ropa oscura a bordo del vehículo Suzuki.
Testigos dijeron que Armando de Jesús iba vestido de negro por lo que se convirtió en el principal sospechoso.
Al rastrear su celular se detectó que estaba en el municipio de Zitácuaro, Michoacán, pero con movimiento constante hasta que fue ubicado en el municipio de Silao, en Guanajuato.
Ahí, en un fraccionamiento detectaron que permaneció durante varios días y que había abierto un perfil en Facebook con el nombre de Mario Beltrán Carrasco.
Tras confirmar la información, los agentes de la Procuraduría capitalina se trasladaron a Silao y con un oficio de colaboración, capturaron al presunto homicida.
Al ser presentado ante el Ministerio Público, el vigilante confesó que mató a su patrón porque estaba cansado de los malos tratos que recibió durante los siete años que trabajó ahí. Dijo no estar arrepentido de lo que había hecho, porque "él se lo buscó".
Al reunir los elementos de prueba, elementos del Ministerio Público lo consignó al Reclusorio Oriente, donde actualmente enfrenta proceso por homicidio calificado, además de robo agravado.