El cazador de viajeros

22/07/2016 10:19 Ricardo Ham Actualizada 10:27
 

Por fin el día había llegado, el viaje largamente planeado para dos chicas se había concretado, todo había dentro de sus mochilas: la ropa, los cosméticos, la cámara; entre apretujones cada objeto ocupaba su sitio. 

Los tirantes ajustaban perfecto a sus hombros, la que prometía ser una larga caminata apenas iniciaba, los pasos a la orilla de la carretera tomaban camino en espera de que algún automóvil detuviera su marcha y las ayudara. Nunca imaginaron el terrible fin que les aguardaba. 

Las horas pasaban y el camino molestaba, el sudor escurría por sus frentes haciendo cada paso más pesado que el anterior, el plástico de su calzado se convertía en un enemigo más, la necesidad de agua secaba los labios e incomodaba el cuerpo, el brillante sol no perdonaba la osadía de caminar bajo sus rayos. 

La mirada al frente no dilucidaba sitio alguno donde reposar, el cemento hirviente de la carretera no era opción para detenerse un poco. De pronto el ruido de un motor acercándose sonaba como música celestial, las insistentes señas de las viajeras obligaron a que el vehículo detuviera su marcha.

La fingida sonrisa del conductor ganó la confianza debilitada de las paseantes. No pasaron más de 500 metros para que el chofer se desviara del camino, la fortuna de haber sido encontradas se convirtió en la pesadilla de la confusión.

Los disparos al rostro fueron preludio del cuchillo cortando las extremidades, la perversa cacería de Iván Milat duró sólo unos segundos, el cazador de mochileros de Australia había conseguido un par de trofeos más. 

Uno de los grandes problemas de Australia es la desaparición de turistas, de visitantes que con mochila al hombro deciden explorar las grandes extensiones de tan lejanas tierras. 

En septiembre de 1992 se conjugaron algunas de esas historias de mochileros extraviados cuando dos corredores encontraron en su camino el cadáver de una mujer, para mayor sorpresa, mientras la policía inspeccionaba el lugar encontró más restos cadavéricos que no correspondían al primer hallazgo; aparte de la violencia sexual que sufrieron las víctimas se logró determinar que al menos una de ellas había recibido impactos de bala en el cráneo.

Un año después se halló un fémur y un cráneo en circunstancias parecidas, una fosa repleta de restos óseos y las pertenencias de las víctimas hicieron que la policía local despertara la sospecha de la existencia de un asesino en serie. No pasó mucho tiempo para que se confirmara la hipótesis: una joven pareja alemana fue encontrada sin vida, a ella la apuñalaron en repetidas ocasiones, mientras que a él le dispararon en varias veces directo a la cabeza.

El perfil diseñado por los criminólogos hablaba de un hombre con edad entre 40 y 50 años, de personalidad dominante y que era dueño de un vehículo todo terreno, seguramente era originario de la zona, pues conocía el lugar con lujo de detalles.

Tras abrir una línea telefónica para solicitar información a la ciudadanía, cientos de llamadas coincidieron en que un empleado carretero de nombre Iván Milat encajaba perfectamente en el perfil, al ser investigado resaltó una aprensión previa por secuestro y violación de dos excursionistas. 

Al conocerse la noticia, un joven inglés declaró haber sufrido un intento de homicidio por parte de Milat, lo que permite a las autoridades obtener una orden de registro de la vivienda del sospechoso, donde encontraron balas del mismo calibre utilizado en los homicidios y diversos objetos pertenecientes a las occisas.

Iván Milat fue juzgado por el asesinato de siete víctimas y la tentativa de una más, la condena alcanza las siete cadenas perpetuas y seis años más por intento de robo.

Google News - Elgrafico

Comentarios