Sexoservidora mata a asesino serial de prostitutas

La roja 23/12/2016 05:00 Ricardo Ham Actualizada 10:26
 

La mano trémula de Neal poco a poco escribía sobre el pequeño trozo de papel, conforme la pluma dejaba su tinta, las letras se tornaban más ilegibles, como si una combinación de nerviosismo  y excitación tomaran la pluma, los instantes entre un nombre y otro pasaban largos, la mente traía de vuelta los momentos junto a ellas, imborrables para la mente de Neal.

Pero cada nombre era escrito con más fuerza, la pluma rasgaba el papel conforme se sumaban las letras, como si el placer del recuerdo se combinara con el odio del rechazo.

Neal terminó tomando la pluma con el puño, hizo rayones a la lista,  tomó enfurecido la pistola que llevaba en la guantera y la colocó sobre su sien, sus ojos se encontraron en el espejo retrovisor, el miedo lo hizo reaccionar rápidamente hasta que  bajó con prisa del auto, se encaminó hacia la puerta frente a él donde lo esperaba una nueva cita, un nombre más qué agregar a la lista de mujeres asesinadas por Neal Falls.

El hombre frecuentaba las zonas de prostitución de todas las ciudades donde había vivido, la más reciente fue la zona de Oregon, donde residía desde el año 2000.

Curiosamente desde su arribo se inició una inusual actividad entre las mujeres que se dedican al sexoservicio, los cadáveres de tres prostitutas fueron encontrados desmembrados sin que nadie supiera o pudiera dar alguna pista para llegar al responsable de los hechos, una cuarta víctima también se reportó como desaparecida sin que nunca se encontraran sus restos.

La forma de conseguir sexo pagado que Neal acostumbraba tuvo que modificarse, ahora en vez de vagar por las zonas rojas en busca de alguna prostituta, vagaba por cientos de páginas web que ofrecían los mismos servicios.

Sin la necesidad de ser visto o perseguido por algún policía distraído, en uno de esos websites encontró el anuncio de una chica que se hacía llamar Heather, quien ofrecía un largo rato de placeres carnales a cambio de una módica cantidad de dinero. Sin pensarlo mucho Neal realizó una cita con ella, estacionó su vehículo frente a la casa de la chica pelirroja, en Virginia Occidental.

No olvidó llevar consigo su revólver para ultimar a su nueva víctima, decidió dejar en el auto el resto de las herramientas que acostumbraba usar para estas ocasiones especiales: cuchillo, lejía, bolsas para basura, un largo machete y especialmente, un chaleco antibalas. 

El encuentro fue particularmente violento, Heather supo de inmediato que algo no andaba bien, Neal le decía cosas sin sentido como que le esperaban largos años de prisión por cosas muy malas que había hecho, los puños aparecieron pronto sobre el rostro de la sexoservidora, se convirtieron en manos que directamente apretaron con suma fuerza la garganta de la indefensa.

Una pistola apuntó directo al rostro de la pelirroja que sólo alcanzó  a fingir un desvanecimiento, confundiendo así a su verdugo, el cual pensó que había dado muerte a la prostituta. Falls dudó por un segundo, el instante fue suficiente para que los roles cambiaran.

Heather se las ideó para tomar el arma de fuego y detonarla varias veces contra su agresor. A pesar del hombro dislocado y la vértebra rota, la pelirroja abandonó el departamento y el cadáver, pidió ayuda al 911. A la llegada de las autoridades, identificaron a la víctima como Neal Falls, oriundo de Oregon, buscado en varios estados como sospechoso de haber asesinado a varias mujeres y otros crímenes no resueltos

En su vehículo encontraron una lista de al menos otras 10 prostitutas, todas ellas salvaron la vida, sin saberlo, gracias a la valentía de Heather para enfrentar y ultimar al asesino en serie.

 

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