sConforme avanza el desarrollo humano, las relaciones personales toman cada vez nuevas formas de presentarse, de modo que las personas tienen otras maneras de emparejarse y vivir en común.
Para Antoni Bolinches, sexólogo experto en relaciones humanas y de pareja, “a nivel sociológico mundial vamos al modelo de pareja de monogamia sucesiva. Esas que duran su tiempo y se deterioran por la ley de la matemática, de los sentimientos; que es enamorarse por un tiempo y cuando se pierde el interés se busca otra pareja”.
Esto, dice, se da porque ahora un hombre puede conocer a muchas mujeres y una mujer a muchos hombres, a diferencia de décadas atrás, hoy encontramos nuevos sujetos eróticos más atractivos y porque confundimos constantemente el enamoramiento con amor.
Bolinches plantea que la pareja monogámica sucesiva se convierta en pareja monogámica selectiva: es decir, aquella que sabe elegir mejor, gestionar mejor y corregir mejor; por lo tanto, entabla mejores relaciones, más profundas y duraderas.
“Nosotros no somos monógamos por naturaleza, pero la cultura que hemos creado lo es, y esto lo hemos resuelto con un eufemismo al que llamamos monogamia imperfecta, y lo que quiere decir esto es: tenemos monogamia con infidelidad”.
Lo grave, explica, es que la infidelidad como salida causa más problemas emocionales y sociales de los deseables, “porque nos queremos y nos convenimos es que deberíamos estar juntos, no porque nos juramos algo y nos vemos obligados”, dice.
Una de las condiciones que altera las conductas sexuales adultas y maduras es que “tenemos casi una frivolización de la sexualidad, no hay una sexualidad responsable”.
Los padres quieren hablar de sexo con los hijos “y es difícil si nunca se han dado las condiciones previas de complicidad, confianza y respeto, así no se puede tener la atención del hijo, el gran problema ahora es que muchas cosas las ven en internet, lo que está hipersexualizando a los jóvenes; de hecho, es grave ver que a los 12 y 13 años tienen acceso a todas las parafilias sexuales con sólo apretar un botón”, explica.
Por ello, dice “esto, como realidad sociológica, va a ir en detrimento de la valoración del sexo como placer natural y va a traer consecuencias graves si no ponemos remedio.
“Hay una desorientación sexual, la misma persona no sabe para dónde va en este aspecto, en su vida sexual”, dice Bolinches ya que saber de métodos anticonceptivos y de juguetes sexuales y la exacerbada frase del placer es lo importante, no es saber de sexo.
Por eso, dice Antoni, “necesitamos una buena educación sexual y un buen diálogo interior. Conciliarnos con nosotros mismos y conseguir armonizar el placer suficiente con el sentido del deber necesario; en otras palabras: hacer que el placer que deseo sea justo el que requiero para sentirme pleno y, a la vez, para satisfacer mis necesidades sin violentar otras áreas de la vida o de la de los demás”.
Por eso, dice que el adulto que sabe y aprende a administrar su deseo sexual con respecto a él y a su pareja erótica es un adulto sexualmente educado, pleno y sano, ya que aprende a no forzar la voluntad de los demás, pero a satisfacer sus demandas legítimas y, por lo tanto, sabe elegir.
Si sabemos elegir lo que nos conviene con lo que nos place será mucho más fácil ser estables en el amor; si además comprendemos que éste sentimiento cambia de intensidad, de manera de expresarlo y de vivirlo; para ello hay que aprender a gestionar gratificaciones comunes e intereses comunes.