Ligar en línea tiene sus ventajas

Sexo 10/02/2016 13:31 Actualizada 21:36
 
Ahorrarte los bochornosos rechazos, las noches de antro y hasta las explicaciones son algunas de las bondades de encontrar pareja con alguna aplicación por internet
 
Hace poco me enteré que una ex novia está felizmente enamorada de una mujer casi seis años mayor que ella.
 
¿Cómo la conoció? A través de una aplicación en el celular. Debo reconocer que tiene sus ventajas. Incluso yo conocí a esa ex novia en Facebook, pero las aplicaciones como Wapa, Grindr y Tinder, entre otras, llevan el ligue a otro nivel. 
 
Te ahorras el bochornoso nerviosismo inicial, el momentáneo golpe al orgullo cuando te dice que no está interesada o la incómoda explicación de que no buscas nada formal y sólo pasarla bien. 
 
Es decir, funcionan como un filtro bastante efectivo para cuando quieres algo, pero te quieres ahorrar la noche de antro, y mejor aún, la cruda mortal y casi de rigor, de los domingos.
 
Nunca se me había ocurrido que algo fácil y sin compromisos estuviera tan al alcance de mis manos y sin alcohol de por medio, pero supongo que estoy chapada a la antigua.
 
Tengo un amigo que me suele presumir la cantidad de oportunidades que esconde internet.
 
Desde las aplicaciones que ya enlisté, hasta programas en los que personas pagan para verte hacer cualquier cosa vía streaming (en vivo). Incluso, te depositan directamente a una cuenta si tienen una petición especial, como que te masturbes o enseñes alguna parte de tu cuerpo. Es prostitución soft a la orden y por internet. 
 
También me contaba cómo eran sus encuentros. Usualmente, se veían en el Centro, en la Alameda, en alguna plaza comercial y hasta en el gimnasio (sobre todo en el gimnasio). 
 
A veces tomaban café para pasar a la cama o para una segunda cita o, simplemente, sin más preámbulos, acordaban verse más tarde en algún hotel. De ahí, surgieron algunas de sus aventuras más descabelladas, como la ocasión en que todo comenzó en un cine y terminó en un increíble trío con una pareja de gringos. No le creí hasta que me enseñó fotos.
 
En otra ocasión, llegó a viajar hasta por cinco estados de la República sin pagar ni un solo hotel. 
 
Simplemente, se quedaba en casa de chicos que conocía en Grindr. 
 
La conversación era algo así: 
—Hola, ando caliente, ¿vives cerca del Centro?
 
—Sí, ven en una hora.
 
—Pero no tengo dónde quedarme.
 
—Te puedes quedar conmigo.
 
Tan tan, y así el muy maldito llegó hasta Quintana Roo.
 
Para comprobar si hay más chicas que se quieren ahorrar el aburrido preámbulo, esta semana planeo averiguar hasta dónde puedo llegar con las dichosas aplicaciones.
 
Encontrarlas no fue difícil, sólo pones en cualquier buscador de aplicaciones la palabra gay y te despliega una lista de opciones.
 
No lo sé, tal vez elegir chicas como si fuera un menú de comida tenga sus ventajas. Sólo espero no terminar en Quintana Roo entre semana.

 

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