Esta historia tiene dos giros fatales y se desarrolla en las afueras de Torreón, Coahuila. Es la mañana del 21 de enero de 2012. La historia la narra Georgina Aranda, madre de Thania Sánchez Aranda, joven que en 2012 tiene 22 años y es estudiante de sistemas computacionales. La noche anterior ella y su novio Juan José Flores fueron a una fiesta, y ya por la mañana, entre las 7 y las 8 am, le dieron un aventón a una amiga en común al municipio Francisco I. Madero, a unos 30 minutos de Torreón.
La amiga llegó con bien a casa. Pero de regreso a Torreón, ocurrió el primer giro fatal. El coche en el que Thania y Juan José viajaban sufrió una ponchadura de llanta. Lo saben porque Juan José llamó por teléfono para avisar.
No se sabe exactamente qué ocurrió después. Pero a las 9 de la mañana el teléfono de Georgina Aranda timbró. En la pantalla apareció la carita de Thania.
—¿Qué pasó? —preguntó Georgina. Pero una voz masculina respondió:
—Le hablo para comunicarle que a su hija la tenemos secuestrada y en un rato más le vamos a hablar para decirle la cantidad.
Georgina inmediatamente fue a revisar la habitación de Thania. Estaba cerrado con llave. Tocó a la puerta. Nadie respondió. Mientras, por el teléfono le decían que la iban a comunicar con Thania.
—Mami, soy Thania, estoy bien.
Georgina llamó a su otra hija y le pidió que la ayudara a abrir la puerta de Thania. Aquella fue por un cuchillito y comenzó a forcejear la chapa. Mientras, los secuestradores colgaron. La hermana logró abrir la puerta. La cama de Thania estaba intacta. Efectivamente no había llegado a dormir.
Llamaron al padre de Thania, quien vive aparte. A las 9:45, Georgina recibió otra llamada. Le exigieron 300 mil pesos. A las 11 de la mañana la familia ya se encontraba en la delegación de la Procuraduría General de la República, en Torreón. El delegado, Fernando Olivas, no los recibió. Ahí en la delegación de la PGR, Georgina recibió otra llamada. Ni siquiera entonces Fernando Olivas los auxilió. En cambio, le ordenó a su subalterno y mano derecha, Raymundo Muñoz, que la madre regateara con Los Zetas.
“Que se enseñe a negociar, que le diga que una vecina le prestó 2 mil y otra 2 mil y que sólo juntó 5 mil”, algo así fueron las órdenes de Olivas.
Pasó más tiempo, más llamadas, hasta que Olivas los recibió. Entonces les dijo que no tenía ninguna herramienta para localizar las llamadas. Sugirió que la familia buscara todo ello por su cuenta.
Así pasó el 21 y el 22 de enero. Entre llamadas de los secuestradores, cada vez más agresivas, y el gestionar de la familia por su cuenta. El día 23, la familia instaló una antena para radiolocalizar las llamadas de los secuestradores. Pero entonces ocurrió el segundo giro fatal.
Ahí mismo, en la casa familiar, el comandante Muñoz citó a los amigos de Thania y a Juan José para interrogarlos, violando todo protocolo de investigación.
Y cuando un miembro de la familia dio aviso de que la señal estaba lista para rastrear las llamadas, dos personas salieron de la casa y enviaron comunicaciones al exterior: el comandante Muñoz salió a hablar por celular, y un amigo del novio salió a mandar un mensaje de texto.
Los secuestradores jamás llamaron de nuevo.
La familia de Thania ha interpuesto una denuncia contra Olivas, por ésta y diversas violaciones a protocolos. Sobre Muñoz, sospechoso de pasar información en este caso, ahora es el titular de PGR en Torreón.
La familia ha buscado a Thania a lo largo de la frontera. Y es que en Torreón se dice que cuando Los Zetas capturan jóvenes bonitas, las van a vender allá. Thania puede estar en cualquier lugar, explotada y cautiva.