A la marcha convocada el domingo para protestar por el feminicidio de Mara Fernanda Castilla Miranda, cometido por un chofer de Cabify en Puebla, se sumaron familiares de otras mujeres asesinadas. Una de ellas es Nancy de la Cruz González, prima de Ana Karen Flores González, asesinada en Tijuana, Baja California.
Nancy carga una pancarta con la fotografía del feminicida prófugo, un joven de 25 años, llamado Josué Rodríguez Vázquez, alias “El Huevo” o “El Klaws”. La pancarta pide informes para que sea detenido.
“Estamos aquí en la marcha de Mara para hablar por Mara y por todas las mujeres que han sufrido violencia de género y asesinatos a lo largo de los últimos años en el país. La mayoría de los casos, sin resolver. El caso que yo traigo es el de mi prima Ana Karen y su bebé Jared, de 5 años, que fueron asesinados brutalmente. Ya tiene tres meses que los mató, y la policía sólo nos dice que no lo han podido localizar”.
El error fue decírselo. Ana Karen, de 26 años, decidió comenzar una nueva vida con Josué. Así que, alrededor de abril, establecieron un domicilio en común, y el joven llegó a vivir a la casa de Ana Karen y el pequeño Jared. Pero casi inmediatamente empezaron los maltratos. Él la golpeaba y la celaba y, peor aún, golpeaba al niño. Ana Karen decidió dejarlo, pero “su error fue decírselo”, narra Nancy.
El 5 de julio de este año, Ana Karen quiso poner el punto final. “Ella se lo dijo, y él agarró el soplete y empezó a quemar al niño. Ella, por querer defender a su hijo, se interpuso entre Josué y el bebé. Él la quemó. De hecho quemó la vivienda entera”.
Los vecinos llamaron a la policía, a los bomberos. Cuando llegaron, el 70% del cuerpo del niño presentaba quemaduras. Era muy pequeño, no lo resistió y murió a las pocas horas. Pero Ana Karen, en cambio, se debatió entre la vida y la muerte durante más de un mes.
El caso fue muy conocido en Tijuana, y “mientras fue viral, los medios de comunicación, las autoridades, nos hicieron un poco de caso”. Por eso, tras varios días hospitalizada en terapia intensiva en el IMSS, las autoridades proporcionaron un helicóptero para que Ana Karen fuera trasladada a la ciudad de Guadalajara. Ahí fue atendida en el Centro Médico de Occidente. Su cuerpo estaba quemado en un 80%.
El 13 de julio, la Procuraduría General de Justicia de Baja California informó de la orden de aprehensión en contra de Josué Rodríguez Vázquez, nacido el 27 de diciembre de 1991 y originario de Nayarit. Los delitos: homicidio calificado y homicidio calificado en grado de tentativa, con dolo, premeditación, alevosía y ventaja, y por el incendio del domicilio de las víctimas. Pero no se habló de feminicidio, a pesar de que el asesino tenía un vínculo sentimental con las víctimas, ni por el grado de crueldad y violencia ejercido.
El comunicado decía: “La PGJE solicita información que lleve a su localización. Y en los términos de ley se presume inocente. Cualquier dato que se considere útil para su ubicación puede ser proporcionado a los números de teléfono: 664-363-976 y 900-7430, extensiones 1724 y 1736, o bien al número de emergencias 911, o al de denuncia anónima 089”.
El 9 de agosto, tras más de un mes de resistir, Ana Karen finalmente falleció. Pero para entonces el caso había dejado de ser relevante en los medios. La familia no tenía dinero ni para enterrarla.
Esta fue sólo una historia entre muchas otras que fueron narradas mientras mujeres y hombres marchaban para protestar contra los feminicidios del país, y recordaban a una de las últimas víctimas, Mara Fernanda Castilla Miranda.