Mujeres se rebelan contra trasnacional

La roja 21/03/2017 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 05:00
 

Las madres  y abuelas de un pueblito de Morelos pasaron de dedicarse únicamente al hogar, a liderar la resistencia contra un proyecto trasnacional, y en el ínter han sufrido amenazas, intimidaciones, y por primera vez se sufre violencia de género en sus calles.

Ésta es una historia en la que las mujeres decidieron ser la punta de lanza de un movimiento en defensa de las niñas y los niños. Se levantaron contra la construcción de una termoeléctrica que pone en riesgo la seguridad de sus hijos. 

A diferencia de las muchas otras historias que se narran en este espacio, la violencia no fue específicamente contra las mujeres, pero han sido éstas quienes han encabezado la resistencia.

La historia comenzó mucho antes, cuando una trasnacional de capital español cabildeó y logró imponer un millonario proyecto. Se trata del Proyecto Integral Morelos, que involucra una termoeléctrica en Huexca, un gasoducto que atravesará tres estados (llevando ese combustible a través de zona volcánica) y el consumo brutal de agua. Todo esto permitirá crear energía para alimentar otros proyectos millonarios, pero su construcción afecta a pueblos y comunidades de tres estados: Tlaxcala, Puebla y Morelos.

Todo esto se gestó mucho antes, pero 2012 es la fecha clave para las mujeres de Huexca, en el municipio de Yecapixtla, Morelos, un pueblito de no más de mil 200 personas –con todo y migrantes–, en el que no pasaba nada, y donde la gente vive, hasta la fecha, de sembrar maíz y sorgo, y haciendo muy buenos quesos. Ahí, ese año, la Comisión Federal de Electricidad comenzó a construir una enorme termoeléctrica. Pero no informaron a la población, la gente no sabía nada.

Entonces llegaron afectados de Puebla e informaron al pueblo. Huexca se regía por usos y costumbres, y en la asamblea, las mujeres se enteraron de las afectaciones para la salud y el ambiente: contaminación de agua, mantos freáticos y aire; lluvia ácida, ruido y el peligro inminente de que el gasoducto explote debido a la actividad del Popocatépetl.

Las mujeres de mediana edad o ya grandes fueron desde el inicio las más activas: mujeres con hijos, nietos. Les preocupaba la manera en que crecerían los niños, los bebés. “No sólo mis hijas, sino todos los niños”, explica Teresa Aguilar, una mujer de unos 40 años, quien encabeza la resistencia.

Pero las afectaciones no se han hecho esperar. Aunque la termoeléctrica todavía no funciona de manera total, se hacen pruebas, y el pueblito se ha visto inundado de trabajadores de fuera, que ahora intimidan y “gritan obscenidades” a las niñas de la secundaria. Así, en una comunidad donde todos se conocían y no tenían miedo, las niñas y jovencitas ahora sufren de acoso en la calle. 

Así lo explica Aurora Valdepeña, madre y abuela. “Éste era un pueblo muy tranquilo. Todos vivíamos en paz... y ahora no”.  Agrega que han sido las mujeres quienes más conscientes son de los daños para las futuras generaciones. “Será porque nos preocupamos más por los niños. Por el futuro”, añade Aurora.

Estas mujeres no tenían ninguna experiencia previa de organización o activismo; han tenido que continuar con su trabajo y responsabilidades, y siempre tienen tiempo. Doña Ángela, por ejemplo, una madre y abuela, debe cuidar a un tío enfermo. Mayuya, la mujer que vende tlacoyos y quesadillas en el centro del pueblo, debe trabajar todos los días. Coopera dando un dinerito que le sobra, y cuando no tiene labores apoya en marchas y plantones.

Las mujeres (y los opositores en general) han sufrido de intimidaciones, amenazas, para que dejen de protestar. Ellas lo han sufrido. Sin embargo, no se han dejado intimidar. Siguen resistiendo.

 

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