Karla Pilar, de 15 años, no ha regresado a casa desde el pasado 25 de febrero. Para su madre, Mariana Galicia, ha sido difícil explicar a la gente el peligro en el que se encuentra su hija, porque —admite— se fue por propio pie. Lo único que sabe es que escapó con un joven de 22 años, quien dice llamarse Jesús, a quien conoció en el , sin que tuvieran amigos en común, al que trató por dos meses, al principio por internet y luego en persona, y quien en pocas semanas la convenció de escaparse con él. Karla vivía con su padre en Tecámac, estado de México. Ese sábado 25 pidió permiso para visitar a su abuelo materno, que se encontraba enfermo. El padre accedió y le dio un aventón hasta el paradero de Martín Carrera, con rumbo a Azcapotzalco. Nadie se preocupó entonces, resume la madre de Karla, Mariana Galicia, ya que no la esperaban en casa del abuelo. Asumieron que se encontraba en Tecámac. El 27 de febrero, el teléfono despertó a Mariana.
—¿Dónde está tu hija?, inquirió el ex esposo.
—¿Por qué?, preguntó Mariana, sin entender de qué se trataba.
—Yo te la dejé el sábado. Te hago responsable de lo que le pase a mi hija. Y colgó.
Ese mismo lunes, Mariana levantó una denuncia en el Ministerio Público de Ecatepec. Después levantó otra en el Distrito Federal. Y comenzó a preguntar entre primas, amigas de la edad y familiares. Poco a poco algunas relataron lo que sabían: dos meses atrás, Karla agregó entre sus amigos virtuales a un joven. Delgado, moreno, que aparentaba unos 22 años.
Lo conoció a través de la red social Facebook; no tenían amigos en común. No está claro cómo se hizo la conexión. Probablemente él solicitó la amistad de ella y ésta accedió. Después se vio con él un par de veces, sola, ya que ninguna amiguita la quiso acompañar, por el mismo riesgo que entrañaba el asunto. Después comenzaron a salir. Incluso se citaron en casa de otra amiga. Hay fotografías de él: siempre con cachucha o lentes oscuros. A los dos meses, Karla dijo que estaba enamorada y se escaparía con él.
Comentó a una compañera de la escuela que se iría del país; a otra que a Matamoros. A una más sólo le dijo que se iba a escapar.
Días antes Karla le pidió a su madre los documentos de la escuela. ¿Quizá quería seguir estudiando? No esperó a que se los entregaran. Únicamente se llevó un poco de ropa y su teléfono. Días antes borró su cuenta de Facebook; el celular estuvo activo el domingo 26. Después fue apagado.
Seis días después de la desaparición de Karla, el padre fue a declarar ante el Ministerio Público. Comentó que había hallado una carta de despedida de su hija. Y que había llamado el mismo lunes 27, antes de que el esposo la llamara. Karla dijo que estaba bien, con su novio y se encontraba en Guerrero, trabajando. No dijo en qué.
En la segunda declaración, el padre explicó que Karla se volvió a comunicar. Le dijo que estaba sola, que ya no estaba con el novio y se encontraba trabajando con una amiga. Le pidió que quitara la fotografía que el padre estaba difundiendo en redes sociales. “Me vas a meter en problemas papá”, le dijo. Y colgó.
Para Mariana es difícil explicar el peligro que corre su hija. Muchos le dicen: “Pues ya déjela, que haga su vida”. Pero en los últimos meses, casi la totalidad de víctimas de trata fueron enganchadas por redes sociales. La trata puede ser con fines de explotación laboral o sexual.
Mariana tiene el siguiente mensaje para Karla: “Hija mía, te estoy esperando en casa. Cuenta qué es lo que te aqueja y deja tus problemas en mis manos, yo no te desampararé. Sólo confía en mí. Te amo. Tu mamá”.