Pensaron que saldría con su novio

31/12/2013 03:00 Lydiette Carrión Actualizada 02:23
 
Itzel Abigail Santiago Zavala guarda sus pertenencias más preciadas en el clóset de su cuarto: alguna ropa, maquillaje. A sus 20 años disfruta arreglarse y es de las que sabe combinar maquillaje, ropa y zapatos; de las que logra verse arreglada incluso cuando lleva tenis.
 
Por eso Juana Zavala, madre de Abi –como la llama–, sabe que su hija no se fue por gusto. La tarde del 21 de agosto, la última vez que la vio, la joven salió sin dinero. Únicamente llevaba lo que traía puesto y su teléfono celular, que ha permanecido apagado desde entonces.
 
Ese miércoles 21 de agosto, probablemente Abigail se levantó tarde. Estaba recuperándose de una intervención quirúrgica y continuaba tomando medicamentos. Pasó la mañana en casa y por la tarde comenzó a maquillarse. Sus padres iban a salir; cada miércoles asistían a reuniones de renovación matrimonial, y ese día no era la excepción. Pero antes de irse, la señora Juana le preguntó qué planes tenía.
 
–Mi novio Antonio va a venir por mí.
 
El matrimonio salió de su hogar en la colonia Verónica Castro, delegación Gustavo A. Madero. A su regreso, alrededor de las 10 de la noche, descubrieron que su hija todavía no llegaba. Le marcaron al celular. Estaba apagado. Llamaron a su mejor amiga, Hilda, con quien la joven atendía un negocio de ropa interior en los tianguis. Hilda no sabía nada.
 
Al día siguiente la señora Juana y su esposo acudieron a la agencia 21 del Ministerio Público de Cuautepec, Gustavo A. Madero. El agente que los recibió les dijo: “Espérenme”, y se metió a una oficina.
 
“Lo esperamos una hora y nunca salió”, explica la señora Juana. En cambio, dos policías les dijeron que en la agencia del MP no les tomarían el caso, que deberían ir a CAPEA.
 
La señora Juana es una mujer mayor, con problemas de salud. Para no olvidar las fechas, lleva un registro riguroso en una libreta. Ese jueves regresaron a casa y procuraron buscar a Abigail con sus propios medios. No tuvieron éxito, así que el lunes 26 de agosto, alrededor de las seis de la tarde, llegaron a las oficinas de CAPEA, en la colonia Doctores. Ahí, los funcionarios tomaron su declaración, les pidieron datos de amigos y amigas y les dieron algunos volantes.
 
En CAPEA llamaron al novio para que declarara. Éste aseguró que la tarde del miércoles 21 de agosto se encontraba en Querétaro porque se le había descompuesto un auto. Desde entonces nadie lo ha llamado a declarar otra vez.
 
TRABAS 
 
También en CAPEA le dijeron a la señora Juana que tramitara la sábana de llamadas de su hija con la compañía telefónica. Sin embargo, la empresa respondió que sólo podía entregar esa información si lo solicitaba un agente de Ministerio Público.
 
Pasaron los días y Juana dividía su tiempo entre trabajar y buscar a su hija;  en el tianguis donde vende repartía volantes. En una ocasión un señor le platicó que a él le habían secuestrado a una hija, y en el único lugar donde había sido atendido era en Fevimtra (Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas), a nivel federal. 
 
Acudieron a la PGR el 2 de septiembre. Casi 15 días después de que Abigaol desapareciera. Ahí les pidieron rastrear los números de las cámaras cercanas a su domicilio. Sin embargo, esta información sólo está disponible hasta por siete días.
Para cuando lo solicitaron ya las habían borrado.
 
La señora Juana acude a donde puede con el expediente de su hija a cuestas: sus estados de salud, sus comprobantes médicos, los medicamentos que le habían recetado y que dejó sobre el buró. Explica una y otra vez que si su hija se hubiera querido ir, lo habría hecho sin problema. Ya no acude con su esposo a las reuniones de renovación matrimonial. No le da tiempo. Debe trabajar y seguir buscando a su hija. 
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