Muchos de ustedes deben recordar los maravillosos elencos que tenían a principio de los años 80 las dos grandes compañías de México: la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL), hoy CMLL, y Lucha Libre Internacional.
Ambas llevaban una estrecha y cordial relación, lo cual dio como resultado buenos y atractivos combates, así como impresionantes llenos en sus arenas. El ganador era el público.
Todos sus elementos, desde preliminares hasta las grandes estrellas, eran excelentes luchadores: poseían alta técnica, gran personalidad, disciplina, respeto por los aficionados y por este bello deporte.
Al inicio de la década de los 80 las estrellas independientes eran El Santo, Huracán Ramírez, Blue Demon, El Solitario, René Guajardo, Ray Mendoza, Aníbal, Mil Máscaras, Tinieblas, Dos Caras, Canek, Villano Tercero, Baby Face, Scorpio, Fishman y Perro Aguayo, entre muchos más.
Mientras que en la arena México lo eran Alfonso Dantes, Rubí Ruvalcaba, el Faraón, Rayo de Jalisco Jr, Lizmark, Sangre Chicana, Ringo Mendoza, Satánico, Mano Negra y El Halcón.
En ese tiempo, si un luchador decidía emigrar a la competencia, no existían los vetos ni castigos. Tampoco los absurdos relevos mixtos o las denigrantes luchas de revés (en donde dos enmascarados exponen la cabellera).
No me imagino una lucha así entre El Santo y Blue Demon o Canek contra Mil Máscaras. ¡Qué vergüenza!
Hace 29 años, un día como hoy, el 5 de mayo de 1988, el Toreo de Cuatro Caminos volvió a lucir un lleno espectacular debido a un extraordinario cartel que esa tarde se presentaba y en el que participamos en combinación luchadores independientes y de la Arena México.
Si ahora lográramos volver a unirnos el ganador sería nuevamente el público y podríamos hacer combinaciones increíbles luchando todos por un solo fin: rescatar el prestigio y credibilidad de nuestra tan lastimada lucha libre mexicana.
Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin mascaras.