Hace 28 años, un viernes13 de noviembre como hoy, pero de 1987, me enfrenté a un joven y poderoso rival, hijo de un excelente luchador. Este muchacho había iniciado su carrera profesional formando pareja con el Ángel Azteca (q.e.p.d) y ambos utilizaban atuendos similares.
Tuvo una presentación exitosa dentro de la lucha libre y muy pronto alcanzó el estrellato; sin embargo, Silver King buscó nuevas oportunidades y en su aventura se encontró con El Hijo del Santo en Tijuana, Baja California. Nos enfrentamos en más de una ocasión en el auditorio Fausto Gutiérrez y ahí nació la rivalidad entre los hijos de dos grandes, como fueron Dr. Wagner y El Santo.
Silver King, a pesar de tener menos experiencia que yo, era un enemigo difícil de vencer gracias a su buena técnica, fuerza física y mayor estatura, siendo esto lo que a él le brindaba la certeza de poder desenmascararme. Las veces que nos enfrentamos su obsesión era sangrarme y romperme la máscara; le gustaba humillarme frente al público y alardear que él era superior a mí. Incluso cambió el color plata de su tapa a negro, según él para intimidarme.
Yo hacía oídos sordos a sus palabras, pues estaba ya acostumbrado a escuchar estos argumentos no sólo de su voz, sino también de la de otros luchadores que eran mis rivales.
Por orgullo y amor propio acepté contra todos los pronósticos este difícil compromiso y fue así que nos enfrentamos máscara contra máscara. Después de una dura y emocionante lucha a dos de tres caídas, logré dominar a Silver King con base en recursos y valentía, aunado a un constante apoyo del público que llenó el auditorio, que retumbaba bajo el grito de “¡Saaanto, Saaanto, Saaanto!”, clamor que desespera a cualquier rival.
Con el rostro ensangrentado y la capucha rota, gané mi máscara número 13 en un día 13 ante un Silver King, que siempre batalló y estuvo en la pelea como orgulloso lagunero. Y así fue como se dio a conocer a César Cuauhtémoc González Barrón, quien a pesar de haber perdido la máscara, logró sobresalir y destacar sin tapa aun más alto al formar la pareja de Los Cowboys o Los Efectivos con El Texano (q.e.p.d). Más tarde lograrían armar un poderoso trío con El Dandy.
Años después, en Japón, se volvió a enmascarar con el personaje de Black Tiger III y hoy continúa luchando en el bando independiente. Como muchos otros luchadores lo hacen, que se enmascaran y se desenmascaran sin respetar las apuestas en el ring, así hizo él: inexplicablemente sigue utilizando la máscara que ya perdió.
Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin máscaras.