Estimados amigos: Muchos de ustedes se preguntarán por qué El Hijo del Santo no ha hecho más películas al igual que lo hizo El Santo. Mi respuesta siempre ha sido la siguiente: yo no compito con mi padre; mis tiempos no fueron de cine, fueron de televisión.
Por cierto, los de ahora son los tiempos digitales y de Internet, aunque sabemos que el cine, la televisión y el periódico impreso no se extinguirán, al igual que los libros, pese a que ya existen millones de ellos digitalizados.
Yo lo que hago es sumar películas a la extensa carrera cinematográfica de El Santo. Desde 1982 he realizado cuatro largometrajes, tres cortos y el documental El hombre detrás de la máscara.
Les puedo decir que la película que más satisfacciones me ha dado es la de la productora Gabriela Obregón, titulada Santo, la leyenda del Enmascarado de Plata, Televicine (1992).
Si yo aceptara todos los proyectos de cine que a lo largo de mis casi 33 años de carrera profesional me han ofrecido, ya tendría más de 30 películas realizadas.
Sin embargo no se trata de hacer cine como hacer pan y considero que he sido sumamente cuidadoso en este sentido al no aceptar muchos de estos proyectos.
¿La razón? ¡El Santo no está en venta! Además, ya viví la experiencia de la buena intención de productores que al final no invirtieron, ni distribuyeron todo lo que me habían prometido.
Para ser más exacto, les diré que hace algunos años dos compañías cinematográficas de las más importantes de Estados Unidos me propusieron realizar una serie de películas basadas en el personaje y muchos miles de dólares en la mesa, pero ambas empresas me sugirieron que el protagonista de dichos proyectos sería un actor norteamericano.
Obviamente les di como respuesta un rotundo “no”, y conste que la oferta económica era espectacular.
Mi argumento fue y sigue siendo el siguiente: lo que hace diferente al Santo de Batman, Supermán, el Hombre Araña, Birdman, etc., es que El Santo es real, de carne y hueso, es un ser humano orgullosamente mexicano que en la vida cotidiana lleva una doble personalidad: una como hombre y otra como luchador profesional, al llevar una máscara y subir a un ring.
El Santo y El Hijo del Santo no son actores a los cuales van cambiando los productores según sus conveniencias para interpretar a estos superhéroes estadounidenses. Para ser El Santo se necesita pasión, verdadero amor por un personaje, disciplina, profesionalismo, sacrificio, ética, respeto a la máscara y respeto al público. Por lo tanto no cualquiera puede ser El Santo, ya que no es una botarga ni un disfraz.
Así que bajo este argumento he rechazado muchas propuestas, no sólo de cine. También descarté una que me ofreció la empresa de lucha libre WWE, la cual me invitaba a ser parte de ellos en el año de 1997 a cambio de una enorme campaña de publicidad, muy buen dinero y ceder los derechos de mi personaje.
Ese fue el caso de muchos mexicanos conocidos por ustedes, sobre todo Rey Misterio Jr., y es válido; lo de él fue un gran negocio, ya desde no estar en las empresas mexicanas para las cuales sólo eres uno más.
Obviamente yo dije que no. Si hubiera aceptado hoy El Santo seria propiedad de Estados Unidos, como sucedió con Bozo, el payaso, cuyo origen es mexicano y terminó siendo propiedad de USA.
Afortunadamente, los tiempos de Dios son perfectos y las cosas llegan cuando tienen que llegar y hoy puedo compartir con ustedes mi enorme felicidad porque un nuevo proyecto se avecina y es la unión Santo-De la Iglesia.
Se planea filmar una serie de películas de ficción repletas de acción con el propio director español Alex de la Iglesia, en las que seguramente verán una versión del personaje que hace muchos años o tal vez nunca se ha visto.
Hace tres meses nos reunimos aquí en la ciudad de México para platicar sobre el ambicioso proyecto y ambas partes estuvimos de acuerdo con los términos.
Lo fundamental es que el protagonista debe ser quien en la vida real le da vida y porta la máscara de plata, ya que mi padre fue el intérprete de sus 53 películas y ésta es una tradición que debe permanecer.
Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.