Hola, mis chulos lectores, me han dicho que les parece imposible estar con alguien como yo, pero como he escrito muchas veces, soy una persona como cualquier otra, voy al súper y hago todo lo que hace una mujer normal.
A una mujer apasionada y sensual, como yo, la pueden encontrar en sus novias o esposas, sólo basta tener la suficiente confianza.
La primera vez que yo comencé a hablar “sucio” en la cama, fue un gran descubrimiento porque no estaba acostumbrada y me parecía vulgar, pero ¡qué tontería!
Lo común para mí era gemir, las palabras atrevidas sólo las escuchaba en escenas porno y creía que únicamente esas actrices tenían permiso para ser ‘sucias’, y era porque estaban actuando, pero que eso no era posible en el sexo real.
Un día, después de unas cuantas copas de vino tinto, me sentía feliz, deshinibida y más prendida de lo normal. Estaba en una fiesta con un ex novio. Ya había pasado tiempo sin vernos, pero cuando pusieron música para bailar más pegaditos, sí era reggaetón, empezamos a movernos cada vez más sugestivamente y él recorría sus manos sobre mi vestido y mis bubis, entonces mis pezones se pusieron duros y mi centro comenzó a humedecerse.
Sin pensarlo, jalé a mi ex para meternos en un cuarto, me agaché y se lo saqué para chupárselo. Al mirarlo, me dijo: “me encanta verte así”.
Ahí comenzó el diálogo sucio. Me saqué su miembro para lamerlo alrededor y jalársela rico al ritmo de la música.
¿Te gusta que haga ésto?, pregunté.
Sus ojos casi en blanco, me ayudaron a desactivar la pena y descubrí que no era tan difícil, y sobre todo aprecié que él no me juzgara por haberlo hecho.
Antes de eso, pensaba que cuando algo candente saliera de mi boca, mi pareja pararía toda la acción y me diría: “¿qué te pasa?”, pero al contrario, a él le excitó más escucharme hablar así.
Además de las palabras cachondas, le hice un oral hasta que lo invité a que se viniera en mi boca, apresurado me lo metió y eyaculó, yo se los mostré con mi lengua y los dejé caer en mis bubis.
Todo lo que hacía lo prendía más, me cargó y acostó en la cama, y sin necesitar más estimulación para estar erecto de nuevo, me cogió duro con las piernas bien abiertas, yo le gritaba: ¡métemela toda, qué rico sentirte así!
Tuve un orgasmo y él terminó en mi vientre, todo se sentía diferente, más cachondo, más íntimo, más real.
A partir de ese día, utilizó las palabras como parte indispensable del sexo, a veces soy tierna, otras silenciosa y muchas más: soy muy sucia. Me quité una atadura para disfrutar más mi sexualidad y sé que a ellos también les encanta.
Así que cualquier mujer puede ser como yo cuando lo decida o cuando le den la confianza de comportarse como una estrella porno en la cama.
Ya saben que amo leerlos, les mando amor y excelente vibra.