Helena Danae
Hola, mis chulos, quiero decirles que últimamente me había enfocado en contarles relatos eróticos y casi no les había platicado sobre mis puntos de vista. En la columna pasada noté más respuesta, llegaron más correos y hubo más opiniones. Así que voy a incluir de las dos.
Estábamos platicando de la vida sexual o decisiones que una mujer u hombre tome sobre ésta, no lo define como persona ni le brinda o disminuye un valor. Es común llamar “puta” a una mujer que vive su sexualidad libremente, a mí me lo dicen cuando yo he grabado con mi pareja y la única diferencia es que me pagan por hacer público el video.
Creo que debemos quitarnos ese estereotipo de la cabeza. Como un hombre es mujeriego y puede acostarse con una distinta cada día, una mujer puede hacerlo también. Es tener libertad sobre nuestro cuerpo y forma de vida.
Las prostitutas son trabajadoras y dudo que les apene, pero poco tiene que ver su profesión con aquellas que son libres de decidir sobre su cuerpo. Sin afectar a nadie, no le veo lo negativo, y las prostitutas, para aquellos que les moleste ese trabajo, pues hay que aclarar que si no hubiera quien solicitara estos servicios, no habría personas dedicándose a eso, al igual que mi trabajo, si tanto les molesta, deberían admitir que si no hubiera mercado que consumiera el porno, no existiría.
Así que saquémonos esa palabra de la boca y dediquémonos a vivir, conocer, explorar estos mundos y no forzosamente a trabajar en esto, sino a ver porno, a entender los pros y los contras de una vida sexual libre y tantas cosas que si nos quitamos los prejuicios y tantas tonteras nos pueden servir y nutrir en nuestra vida diaria.
Por ejemplo, los ejercicios de Kegel, las mujeres podemos tener el control de los músculos internos de nuestra vagina, se practica al orinar, por ejemplo, apretamos un poquito como para que la pipí salga a ratitos, al masturbarse boca arriba, apretando las nalgas y levantando la pelvis sentirás una presión en la vagina que hará más potente el orgasmo, y a la hora del sexo, es mejor.
Lo hice frente a la cámara y fue así, estoy montándolo muy duro, hasta ahí todo bien, tiene un pene grueso, así que puedo practicar mejor mis habilidades, cuando me doy el sentón sobre su pene, aprieto mi vagina y ahí la cosa cambia, imagina ver mis tetas brincando al compás de mi cabalgada y de repente, distraído, sientes cómo masajeo tu pene con mi vagina. Es como si lo succionara para sacarle toda esa ‘lechita’.
En la grabación, él desesperado porque aún le falta la escena, me dice que pare, y que no siga con eso y yo como buena traviesa continuo, me agarro los pezones y lo hago ver fijamente mis tetas, mientras sigo subiendo y bajando, apretando su pene, agarro un ritmo más rápido y de repente ¡lo inevitable! Él eyacula y sus ojos quedan en blanco, mientras yo me río, por lo que acabo de ocasionar, cuando reacciona le dice al director: ¡Lo hizo a propósito, hizo que me viniera! Y bueno, sí fue así, quería demostrar quién manda ahí y lo que puedo lograr hacer con el arte de mi vagina. Me propondré una meta. Hacer que los hombres se vengan cuando yo quiero y no cuando ellos estén listos.
Díganle a sus chicas que lo intenten, el Kegel es el ejercicio como tal, nos ayuda a nosotras y les favorece a ustedes, y el beso de Singapur es la acción al utilizarlo durante la relación sexual. Me lo van a agradecer.
¿Y si me platican cómo les fue? Me escriben a [email protected], por cierto un besito a @Minivaytor que es uno de los que nos apoya cuando algún patanatas nos llama putas.