Hola, mis amores, les deseo la mejor de las vibras para su miércoles candente, entrepiernado por las lluvias. Donde yo vivo hay clima apapachador y me dieron ganas de sentir amor, pero amor propio.
Estaba en mi casa viendo televisión y de pronto, sentí cosquilleo en la entrepierna, subí a mi habitación, abrí mi cajón de lencería y saqué al “señor conejo”, mi amigo rosadito que vibra como loco y una nueva adquisición, un dildo negro del tamaño perfecto, ni muy grande ni muy pequeño, así como hecho a mi medida.
Me tiré en la cama y prendí mi tv, puse un playlist de Lana del Rey, empezó con “Gods and monsters” empecé a bailar con la música y me acariciaba el pecho, bajaba mis manos a mi cadera y me abrazaba como si fuera mi novio. Me metí debajo de las sábanas y prendí mi vibrador, empecé a rozarlo sobre el clítoris, por arriba de la tela, empecé a mojarlas y gemir, tuve un orgasmo y aún sintiendo esa explosión en mi cuerpo me metí el dildo, fue espectacular, las paredes de mi vagina estaban contrayéndose por el orgasmo así que apretaba y aflojaba mi dildo, mientras lo sacaba y lo metía.
Empecé a gritar por el placer, no como loca, pero sí eran gritos de goce, no despegaba mi vibrador de mi clítoris ni sacaba mi consolador de mi vagina, era delicioso y así tuve un orgasmo fantástico, mi pequeño grito se mezcló con mi respiración agitada y quedé así, con las piernas abiertas y tapada, me quedé dormida hasta que el frío me hizo levantarme.
Entré y con la puerta abierta vi hacia mi habitación y con un poco que quedaba abierta la persiana me di cuenta que cometí un error, no cerré mi ventana en mi aventura, así que mis sonidos debieron escucharse en toda la colonia.
Sonreí, pero no le di importancia.
En la noche que llegó mi novio, escuché su moto, pero noté que tardó en entrar a la casa, me asomé por la ventana y vi que estaba hablando con una vecina, de pronto ella manoteaba, supuse que estaba reclamándole algo. Bajé y cuando ella vio que estaba ahí parada, se quedó callada y se fue.
Le pregunté a mi novio qué había sucedido y me explicó, que la vecina se acercó sigilosa a él, primero preguntándole si trabajaba todo el día y que me dejaba “sola” en la casa, que si no me notaba rara o muy amistosa con otro hombre.
Mi novio un poco fastidiado por la manera cizañosa de hablar de la vecina le dijo que fuera al punto, vaya sorpresa, le dijo que había un hombre en mi casa, él preguntó si lo había visto salir o entrar, ella respondió que no, pero que mi aventura había quedado descubierta por mis gemidos, él le dijo que tal vez yo sólo estaba masturbándome y ahí empezó el manoteo, la vecina le dijo que cómo podía creer posible que yo sola me provocara hacer esos sonidos, que obviamente debía haber un hombre para hacerme gritar así.
Después de que me platicó mi novio, no pude evitar soltar una carcajada y explicarle lo que había sucedido, al mismo tiempo, no sabía si sentir enojo con mi vecina o lástima. Lástima al ver que una mujer no sepa el placer que puede inducirse ella misma.
¡Los adoro y espero ustedes también exploren sus cuerpos para ser felices, nos leemos la próxima semana!