En mi casa se puso fea la cosa. Resulta que mi abuelo descubrió que mi tía Marla anda de novia con una mujer.
Hace tiempo nos la presentó como una colega del trabajo y resulta que son pareja desde hace varios meses. Muchos de nosotros sospechábamos la verdad, pero nunca lo habíamos constatado. Es decir, mi tía parece lesbiana, pero ese es asunto de ella y no debe importarnos a los demás.
Además, no hay la confianza suficiente para tratar el tema y la verdad es que yo nunca dije nada porque me daba miedo que la juzgaran mal y le hicieran daño.
Aparentemente, mi abuelito es un hombre muy conservador; bueno, eso nos quiere hacer creer, aunque en realidad se ha casado ya cuatro veces. O sea, él engañó a mujeres y tuvo varias parejas al mismo tiempo, pero eso le parece “normal”. Sin embargo, sigue pensando que ser homosexual es una barbaridad.
A mis hermanos y a mí eso no nos asusta ni se nos hace pecado; creemos que la gente puede tener sus preferencias y nunca nos hemos cuestionado por qué mi tía sigue soltera. Lo que cada uno decide hacer con su cuerpo y sus sentimientos es algo íntimo y personal.
La cierto es que mi tía llevaba meses mintiéndole a mi abuelo y la cosa se puso fea porque mi abuelito las cachó durmiendo juntas y desnudas en una misma cama. Ahí fue cuando él vio todo clarísimo por primera vez.
Como mi tía es la menor de siete hermanos, hubo una junta familiar para que mi abuelo no la corriera de la casa. Nosotros, los sobrinos de mi tía, también quisimos participar y votamos por que mi abuelo la aceptara tal cual; le pedimos que reconociera a la pareja de mi tía, que las respetara y las dejara vivir su vida. Le explicamos, le insistimos, le rogamos, lloramos, pero mi abuelo no quiso que Marla se quedara. A pesar de la presión que ejercimos todos en la familia, mi tía se tuvo que ir a vivir fuera de la casa. Varios nos enojamos porque ¿para qué chingados convocó a una junta familiar si al final iba a decidir él?
Desde ese momento, el silencio se ha vuelto absoluto en la casa de mi abuelo y ninguno de nosotros quiere entender su punto de vista. Mis tíos y mi mamá tratan de justificarlo, pero los demás no estamos de acuerdo, mucho menos yo, que también soy gay, pero no lo he dicho. Solamente les pregunté a todos: “¿Y qué va a pasar con el siguiente que salga del clóset? ¿Lo vamos a linchar igual?”.
Para mi sorpresa, mi mamá dijo que mi tía es la única homosexual en la familia. Aseguró que su hermana siempre había sido difícil y que nos salió con esto nada más para llamar la atención.
Yo le expliqué a mi mamá que cuando se cierran las puertas de una habitación, debe haber intimidad; que aquellos a quienes les repugnan los homosexuales se han de pasar horas imaginando cosas que los hacen sentir incómodos. Le dije a mi mamá que está mal inmiscuirse en las decisiones y en la vida de otros y que yo no entendía por qué ella tenía que andar pensando en lo que hacen dos personas que se aman y que no le hacen daño a nadie.
Desde muy niño, sé que me gustan los hombres y que eso es algo que tengo que ocultar hasta que pueda pagar mis gastos yo sólo. Se me hace cansado tener que ser discreto, vivir con el miedo de que me cachen y tener que defender a medias a mi tía para que nadie sospeche. Es como si viviéramos en una época de reglas absurdas, como si fuéramos parte de un grupo de gente atrasada y viviéramos bajo un sistema donde todos tienen sus mentiras, hasta mi abuelo que se casó cuatro veces… Ni modo que nos pongamos a imaginar cómo le hacía con cada una de sus mujeres, especialmente, con la muy jovencita que se acaba de morir.
Para mí, lo personal es un espacio donde no se permite ser juzgado; por eso, voy a seguir a mi tía Marla y apoyarla, aun cuando mi madre y mi abuelito lo vean mal.