Mi hermano juega al “no me duele nada”. Dice que no necesita que a cada rato le estemos preguntando cómo se siente. Alega que no entregó el corazón y que no sufre de mal de amor; pero la verdad, desde que Fabiola se fue de su vida, hay un hueco en él que no sabe cómo llenar.
No sé si le da pena decirlo. Ni siquiera yo, que soy muy cercano a él, lo he visto llorar; pero cada que en la mesa se menciona el nombre de ‘Fabi’, se levanta con cualquier pretexto o se queda mudo para que no se le rompa la voz.
Hace una semana, le dijo a mi madre que tenía calentura por un virus de gripa y no quiso bajar ni a desayunar ni a comer.
Todos estamos enojados con la Fabiola. Y es que la muy
desdichada, se fue con otro que gana más que mi hermano. Yo me la encontré en el tianguis la semana pasada. La quise saludar, pero a la mera hora me hice ‘güey’. No sé si mi hermano tuvo la culpa, pero dicen por ahí, que ella le estaba ‘pintando el cuerno’ desde hace meses con otro ‘cabrón’.
No sé desde hace cuánto tiempo se descompusieron las cosas entre ellos. Mi hermano no ha hecho más que tratar de superarse desde que ella dijo que ya quería ser mamá. Él ha cambiado de chamba dos veces este año y está percibiendo un sueldo mejor. Sé que para todos, la estabilidad es lo que cuenta, pero la Fabiola siempre le exigía más y más.
Dicen que el pelón con el que se fue Fabiola, tiene un mejor carro. Quizás ella cree que eso la va a hacer feliz, pero nadie le va a dar más amor del que le daba mi hermano. Y es que a mí me consta, porque los escuchaba desde mi recámara y sé que ella gozaba cuando mi hermano le hacía el amor. La verdad se pasaban horas encerrados. Yo les tocaba la puerta para avisarles cuando estaba por llegar mi mamá. Siempre estuve al pendiente, porque a mí también me encanta la Fabiola.
Entiendo por qué mi hermano saboreaba besarle la entrepierna y meter la nariz entre los labios de su corazón.
A veces me imagino que Fabiola es mía. Me gusta acostarme en el sofá, cerrar los ojos y pensar que la ‘Fabi’ está arriba o debajo de mí. No necesito mucho tiempo para eyacular. Pienso que toco su cuerpo con mi pene y con eso se me llenan las ganas de emoción.
Yo sé que no debo odiarla ni entrometerme en la vida de mi hermano, pero no soporto que Fabiola sea de otro ‘cabrón’.
Le quiero pedir que regrese a mi casa, porque no nos puede dejar así, ni a mi hermano ni a mí.
La única que está contenta de que ya no venga a la casa es mi madre. Ella no entiende nada.
La llama “igualada” y “conchuda”; ahora le dice a mi hermano que Fabiola es una ‘puta’.
Es verdad que no era agradecida, ni servicial. Se quedaba sentada y sin hacer nada cuando mi madre servía la cena o cuando estaba en la cocina. También es cierto que más de dos veces los agarró en pleno ‘faje’ en el portón. Nuestra vecina también la odiaba y le contaba a mi mamá cosas de Fabiola y su familia: que todos son interesados, flojos y maleducados.
Veo a mi hermano triste y quebrado. Yo, como soy más chico que él, no sé bien qué decir.
A veces pienso que la ‘Fabi’ se va a arrepentir y que va a volver a nuestras vidas. Otras veces pienso que mi hermano se va a conseguir una vieja todavía mejor. Lo único que tengo claro es que cuando yo tenga novia, no se la voy a presentar a mi mamá.