Me caso, aún insatisfecha

Sexo 04/07/2016 05:00 Yudi Kravzov Actualizada 05:00
 

Me caso porque lo amo. Eso es lo que me tengo que repetir muchas veces ahora que se acerca el día de la boda: “me caso porque lo amo”. Y amor significa cuidado, dinero, seguridad, lujos y una nueva vida fuera de la casa de mis papás, la cual se está derrumbando ya desde hace años.

Me caso con él porque ha sido el primero que no se moría por saborear mis tetas desde el inicio. También me caso porque me dijo que si me quedo con él, no voy a tener que seguir dependiendo de mi sueldo ni sufriendo cada que me suban la renta. Me caso porque amo que sea un hombre perfecto que sabe cuidar de mí, porque me hace sentir importante, porque no juega conmigo, porque odia a mi mamá más que yo, y porque sé que una vez casados, nos iremos a vivir lejos de mi familia.

Entonces, mi vida va a tener un despertar distinto. Voy a ser feliz y cuando me sienta otra, lo voy a poder amar más. En este momento, amo lo que me da, lo que representa su familia, su lana y su poder. Mis hermanos lo ven como un reflejo de lo que ellos quisieran tener: un buen coche, ropa linda y una casa bonita. Me voy a casar con él porque amo lo que me ofrece y lo que va a ser mío, porque me voy a convertir en la mujer de un hombre que tiene mucho que ofrecer.

Me caso, la verdad, porque quiero dejar a mi familia y porque sé que sola no lograría salirme de mi casa. Sé que puedo enseñarle los placeres del sexo, porque coger es lo único que no sabe hacer. En el tiempo que llevamos juntos, me he dado cuenta de que tiene muy poca experiencia, que no se aguanta y se viene de inmediato. Yo sé que le puedo enseñar a venirse sin venirse, a aguantar para que me dé tiempo a terminar yo también. Por ahora, lo único que me importa es recobrar la fortaleza que me hunde cuando siento que no valgo; lo que más me mueve son las ganas de ser otra, no la que soy aquí en mi casa. En eso enfoco mis fuerzas, mis ilusiones, mi ser.

No me avergüenzo al decir que él me enseña cuestiones de elegancia, como no masticar chicle todo el día, y a no reírme a carcajadas como me gusta. Incluso, aprendí a beber whisky en las rocas, y ya no pido cubas libres. Siento que he aprendido a amar lo que le gusta, a quedarme callada en ciertas ocasiones, a navegar como la tímida que no soy. 

Pienso que lo nuestro es un intercambio: él me da todo lo que quiero, y yo le enseño a no venirse tan deprisa, le doy instrucciones para que sepa cómo chuparme abajo, cómo decir cositas cachondas y cómo no dejarme insatisfecha, atorada y aburrida a los tres minutos de iniciar.

Me caso porque amo la vida que me ofrece, porque es el tipo de hombre con el que yo siempre soñé. Me caso porque no tengo otra salida, porque tengo fe en que mi vida tiene que ser distinta y porque me siento atrapada en la casa de mis papás. Siempre estoy diciendo, “cuando me case, haré esto; cuando me case, iré a tal parte; cuando me case, tendré aquello”...

No sé qué voy a hacer si él se sigue viniendo hecho la madre, porque lo amo, y amo lo que me ofrece. Me gusta su sonrisa y me gusta estar con él. Me sé querida, adinerada y cuidada. Me sé feliz de ser otra, pero no me gusta pensar en que corro el riesgo de que noche tras noche, me quede insatisfecha, o de plano, sin coger.

Google News - Elgrafico
Temas Relacionados
matrimonio amor sexo eyaculador precoz

Comentarios