Me gusta mi suegra

09/05/2016 05:00 Yudi Kravzov Actualizada 19:28
 

Amo a mi novia, pero me gusta mucho su mamá. La señora es deportista y arreglada, al igual que su hija, pero la relación con ella se vuelve especial cada que voy a su casa. Me gusta cómo se mueve en la cocina, cómo habla con naturalidad de la mariguana, cómo piensa en cuanto a la libertad sexual y en torno a los problemas de los adictos al alcohol... 

 Endira, mi novia, me encanta. Supe que era la mujer con la que me gustaría vivir en el momento en que la conocí. Lo que me saca muchísimo de onda, es que no para de hablar de tener una familia, de ser seis, de irnos a vivir a provincia y dejar las prisas y los desmadres de la ciudad.  

 Ahí fue donde comenzó la mentira. Debí decirle en cuanto tocó el tema, que yo no busco tener familia y que por nada pienso dejar la capital. No le he dicho que lo que yo quiero es vivir con mi pareja  el resto de la eternidad; juntos, sólo nosotros dos, sin traer a nadie más al mundo. Y un día estuve a punto de decirle, pero estaba seguro de que soltaría una carcajada y me dejaría por el primer pendejo que quisiera ser papá. Ella lo tiene claro: quiere ser mamá.  

 La química de su cuerpo, la textura de su piel, su olor y el ritmo con el que camina me vuelven loco. Puedo perderme en sus ojos, y escucharla siempre y cuando no hable de hijos. Con su mamá me pasa algo muy especial. Es muy curioso lo que siento. Ella ya no puede tener hijos y está acostumbrada a cuidar a gente de mi edad. Es divorciada, y su espacio se hace también mío cuando estamos en la misma habitación. Por supuesto que le hablo de usted. Yo sé que la adrenalina le recorre la cola cuando estamos cerca, y a mí se me pone dura, dura. El juego de nuestras palabras, tratando de disimular, es lo que me tiene hecho un pendejo. Lo máximo que me ha pasado con ella fue  el domingo pasado. Endira se dio un regaderazo y yo me quedé platicando con sus mamá. Fueron 12 minutos dentro de un espacio que se llama "eternidad". No fue un orgasmo; fueron varios. No sé si llamarlo un intercambio sexual pintado en el ambiente. Me quedó claro que esa mujer y yo nos gustamos. Vi por dentro de sus ojos por primera vez; toqué su pulgar con mi pulgar y hasta le mostré el libro de un cubano que se llama Pedro Juan. Y cuando me despedí con un "adiós, señora", me dijo “llámame Endira”. 

 Con respecto a tener familia, no pienso pelear el asunto con mi novia ahora. Cada que lo hacemos, yo me vengo afuera y ella me suplica que lo mantenga dentro. No entiende qué pasa, con todo y que siempre le digo que la amo y la deseo. No sé bien cómo explicar lo que me sucede. Conocí a su mamá en su casa, cuando ya éramos novios y ya lo estábamos haciendo. Mi chava me gusta, pero no me gusta que quiera tener hijos. 

 Me siento desorientado y confundido. El otro día estábamos haciendo el amor, y mi novia me dijo: “llámame Endira”, así le decía yo en la cama, pero Endira también se llama su mamá.   Cierro los ojos y me saco mucho de onda.  Haga lo que haga, voy a terminar por cagarla. Si me alejo ahorita las pierdo a las dos; si me acerco, me quedo sin ellas.  

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