No me explico qué le sucede a mi hermana. Ha perdido por completo sus ganas de ser ella para convertirse en la novia de Andrés.
No se divierte sin él, hace todo lo que a él le gusta, come los martes con su mamá, se viste con la ropa que él le compra y cuando no está con él, se la pasa contando cosas insignificantes de la vida de su novio. Por ejemplo, el otro día, de la nada, me dijo que él se ha vuelto más vegetariano que nunca.
Cuando la llama por teléfono es para saber dónde se encuentra y por dónde va. Es como si al enamorarse, se hubieran vuelto uno solo. Cuando quiere ser ella, no encuentra cómo poner la cabeza en su lugar. Todos los que vivimos cerca de ella ya no parecemos importantes, como si sus fuerzas para luchar por la vida se hubieran transformado en vivir para él.
Necesita de su aprobación, de su deseo, de su mirada. Necesita saber que hoy también la quiere, que Andrés sigue tan enamorado como siempre, y en esa lucha por ganarse su amor, cada día ha perdido su esencia, su alegría, su gusto por ser ella para ser, solamente, la novia de Andrés.
Sé que le ha dado mundo; con él mi hermana conoció el mar, viaja a Guadalajara y a Celaya, pasan días en San Miguel, en León y en Querétaro. Con él mi hermana aprendió a leer libros de Isabel Allende y a cantar canciones de artistas raros. Estoy segura de que perdió su virginidad con él. La veo entregada y no es que no me dé gusto. Lo que me saca de onda, es ver que el tipo la tiene hechizada, no enamorada. Siento que le lavó la cabeza y ahora vive para él.
Para mí y para nuestros amigos, mi hermana se ha vuelto completamente aburrida. Perdió el interés por su carrera, y hasta las ganas que siempre tuvo de aprender a cocinar.
Habla poco porque siempre está en el teléfono mandándole textitos. Estos días dice que amanece cansada porque no durmió bien; dice que lo extraña, porque él está fuera de la ciudad. Mi mamá es la única que ve con buenos ojos que mi hermana esté apendejada por un tipo. Dice que mi papá la traía a ella igual; que hay mujeres que cuando conocen a la persona correcta, lo hacen su existir.
Yo no lo creo así, mientras pasa el tiempo y después de observarlos mucho, siento que ella tiene una adicción a sus relaciones de cama.
Sé que suena patético y envidioso decir que ella es una adicta sexual, pero algo le pasa cuando deja de ver a Andrés... Se encierra en nuestro cuarto por horas y yo le digo que ya abra. Cuando me abre, se queda callada y luego dice que estaba dormida, que no escuchó gritos.
Le pregunté por él a un tipo que lo conoce desde hace tiempo y sólo se ríe de mí. Me dice que deje a mi hermana en paz. Yo no sé cómo romper el hechizo. La veo distinta, completamente extasiada. No lo quiere contradecir nunca, ni hacerlo enojar.
Cuando viene a la casa, que no es muy frecuente, se porta amable: le trae flores a mi mamá, le habla bonito a mi hermana y le dice que la quiere ver siempre guapa, que se arregle todos los días, especialmente cuando sabe que él la va a ver él.
Andrés se le acerca, la mira, la aprueba y la emociona. Le dice las palabras que ella necesita oír; la mete a su carro y se van dos o tres días. La vuelve a traer a la casa y ella llega cansada, pero obsesionada y feliz por el mundo que Andrés le comparte, que es muy lejano al nuestro, al mío.