De carne, hueso y metal

Al día 28/07/2016 03:00 Astrid Rivera Actualizada 03:00
 

Mitad hombre, mitad máquina, Rubén es un guerrero de carne, hueso y metal. 

Corriendo, haciendo prótesis o siendo el mejor padre de familia es como Rubén Fuentes demuestra que ningún accidente y ninguna pérdida fueron suficientes para vencer su fortaleza. 

Su alma rockera ayudó a sacar el carácter para salir de los baches en los que entró al perder su pierna derecha a los 17 años. 

Una máquina de cuatro toneladas aplastó su extremidad, ese dolor dejó claro que ya no la recuperaría. 

"Me accidenté un sábado 14 de marzo de 1992, siempre he pensado que el peor día para accidentarse porque hay puro pasante. De Santa Martha acabé en Lomas Verdes porque en ningún lado había cirujanos. Desde que me sacaron de la máquina mi pierna se quedó y yo se la pedí a mi cuñado, le dije eso es mío, aunque ya sabía que la había perdido", recuerda Rubén. 

No hubo marcha atrás, aunque Rubén, también conocido como Morris, transportó consigo la extremidad amputada no pudo ser reinsertada en su cuerpo y comenzó una nueva etapa: la de buscar la prótesis perfecta para poderse mover. 

El sufrimiento que padeció en la búsqueda de esa parte que embonara correctamente en su cuerpo llevó a Morris a descubrir su vocación para ayudar a las personas que están pasando por un proceso, que para él fue un viacrucis. 

Morris decidió ser ortesista y protesista y ahora en su negocio hace prótesis a la medida, para niños y adultos a precios accesibles. 

"Me hicieron ilusiones de que era la mejor prótesis, pero me engañaron, me dieron una prótesis de madera que me sacaba llagas, me hacía sangrar y con la que no podía caminar porque me quedaba grande, fue una pesadilla", asegura. 

Rubén pensó que eso era normal, que todas las personas amputadas que usaban prótesis pasaban por eso, que su destino era vivir en la incomodidad y con dolor. 

Así estuvo a punto de caer en el alcoholismo, como una forma de olvidar que estaba incompleto y que no era feliz. 

Hasta que un día acudió al Centro Paralímpico a observar una carrera de amputados y las vio: prótesis perfectas, de metal, que no causaban molestias, que no sólo permitían caminar, sino también correr. 

Un hombre le dijo que si corría le regalaría una prótesis a su medida y lo hizo, desde entonces no para. 

Dos olimpiadas  y numerosas medallas quedan como recuerdo de su esfuerzo. Ahora ya no importan los premios, Rubén hace deporte por gusto, por salud y  por pasión. 

"Sólo busco mejorar mis tiempos, ya no voy por la medalla, disfruto hacer ejercicio y ya", presume. 

Su esposa Elizabeth y su hija Samantha han sido el mayor impulso para que Morris siga cumpliendo sus metas, tanto en el ámbito deportivo como en el profesional, donde se ha ganado el cariño de sus clientes al darles la pieza de sus sueños, pues su principal preocupación es que la prótesis y la persona no sean dos partes distintas. 

Morris atiende a todos los interesados en adquirir una prótesis para uso diario o deportiva en el número 26436420. 

 

 

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