Carlos Lajaro transformó sus carencias en un negocio familiar, pero no en uno cualquiera. Ahí, en lo que hoy se conoce como La casa de las alitas de Carlos Lajaro, se pueden degustar alitas de tamaño colosal, cubiertas con una variedad de 32 salsas caseras preparadas por él mismo.
Diez décadas atrás, la vecindad que Carlos heredó de su padre se convirtió en su restaurante. En el patio, dos largas parrillas repletas con alitas burbujeando salsas calientes, y densas humaredas que se expanden a lo largo de la calle Moldeadores, rememoran el esfuerzo que lo llevó a edificar este lugar.
Con aspecto campirano y luces llamativas, su negocio nació en una época de penurias. Tras su regreso a México, después de 30 años en Canadá, un billete de 20 pesos en la bolsa y la falta de alimento lo llevaron a comprar un pollo para apaciguar el hambre. “Le dije a mi esposa, le das el huacal al perro y nos quedamos con lo demás. Las alitas las dejamos para comer en la semana”, menciona.
Su preparación llegó al paladar de un amigo; tiempo después, colocó una parrilla de metal y un par de sillas de plástico fuera de la vecindad. Un día a la semana —cuando el dinero escaseaba—; Carlos preparaba sus singulares alitas salpicadas con adobo. Facultad que eventualmente despertó el deseo de los vecinos y su anhelo por inventar cien sabores más.
La demanda de sus alitas lo orilló a él y a su esposa a abrir más días en la semana. Asegura que tiene más de 70 sabores, aunque por falta de espacio, sólo ofrece 32. Su sueño está en compartir su receta con el mundo, por eso no pierde la oportunidad para mencionar que le gustaría que lo buscaran los dueños de “Shark Tank”.
De sus platillos son las alitas de cebolla y ajo las estrellas del lugar. Salteadas dentro de una cazuela que las empolva de los condimentos de receta secreta, su sabor es ácido, pero gustoso al diente. Sería casi imposible dejar de comerlas, si no fuera por las dadivosas porciones que sirven por un precio económico.
También encontrarás su versión perfeccionada, las alitas italianas que aunque llevan una base de la misma preparación, se les añaden cuatro tipos de pimiento, cebolla blanca y morada, aceitunas verdes y negras, queso feta, parmesano, aderezo italiano y para finalizar, contrastan el agrio sabor con uvas dulces.
Las salsas de mango con chile, tamarino dulce, jamaica, barbecue y hawaianas, también resaltan en su parrilla. Y es que sin importar la salsa de tu elección, sus alitas sobresalen en sabor por el proceso de cocción que dura cerca de 40 minutos.
Las hay en ocho niveles de picante, así que aquí podrás elegir desde las alitas que “no pican”, las “nitro” y “suicidas”, hasta las “asesinas” ¡que sólo se atreven a comer los valientes!
¿Dónde?
Visítalos de miércoles a viernes, de 19:00 a 24:00 horas, sobre la calle Moldeadores #227, colonia Pro Hogar, Azcapotzalco.