Inició hace 11 años la historia de la vendedora de chamoyadas más famosa del pueblo de San Miguel Topilejo, en la delegación Tlalpan, al sur de la Ciudad de México.
En sus manos todo parece tan fácil; rascar el hielo y sacar de él una generosa porción, para luego licuarlo con ingredientes que el antojo desee elegir. Pero es mucho más que eso.
Día a día y a manera de ritual, aquellos mangos, fresas y tamarindos son preparados desde muy temprano en ollas especiales, testigos de la receta secreta que sólo ella conoce.
Sin conservadores y cien por ciento pulpa de la fruta, también la piña y la guanábana son especialmente mezcladas para no fallar a la hora de conquistar a la gente por el paladar.
Aquí no sólo es el sabor sino también el precio. Patricia Rosales es conocida por la delicia y benevolencia que todos los días la acompañan en su puesto ambulante, en donde la multitud busca mitigar el calor del verano.
Hay muchas opciones: chamoyadas de maracuyá y frappés de capuchino, moca, rompope, coco y chocolate, con trozos reales de cacao, chispas de sabor y cerezas rojas.
También espumosos esquimos, aquellos licuados ligeros que pueden llevar fresa, rompope o chocolate líquido, así como esencias naturales de vainilla, nuez y pistache. Todos con su pizca de canela.
Por sus medios y a sus 33 años, Paty se ha convertido en toda una reina de la nieve, pues los viernes que descansa de esta esquina, se mueve a las escuelas cercanas para llevar su manjar a los más jóvenes.
Es su pueblo la cuna donde todo comenzó, y fue en su propia casa donde aprendió de su cuñada y mejor amiga Yesenia, la medida exacta de la frescura y suavidad.
“A esto me dedico. Me gusta mucho mi trabajo y todo es de calidad”, afirma en unos breves segundos que tiene libre, mismos que aprovecha para enjuagar las seis licuadoras pues en otro mínimo instante las volverá a utilizar.
¿DÓNDE?
Visítala en la calle Hidalgo, frente a la iglesia de San Mateo Xalpa, delegación Xochimilco. De domingo a jueves, de 12:00 a 17:00 horas.
