Querido diario: Hace unos días, cuando invité en un mensaje a que me llamaran para hacer el amor, un tuitero (no recuerdo quién) me escribió que “no es lo mismo coger que hacer el amor”.
No es la primera vez que me lo dicen. Es un tema que he conversado con amigos como Aurelio Cruz (Otro tuitero, a quien sí recuerdo y me parece fascinante). Esta vez no quise discutir, especialmente porque a quien lo escribió no lo conozco. De todos modos, me quedé (por millonésima vez) pensando en el tema.
Estoy de acuerdo. Coger y hacer el amor son cosas distintas. Coger es un acto sexual. Intercambio de caricias y fluidos. El amor, en cambio, es un sentimiento sublime. Tan grande que nos rebasa. El amor no es sólo sexual. Amas muchas cosas: Amas a tus padres, a tus hijos, a tus hermanos, a tus amigos, a tus mascotas; amas lo que comes, amas lo que eres: tu trabajo, aficiones, pasatiempos. Es un concepto tan amplio que usarlo a la ligera puede ser pretencioso. No hacemos el amor. El amor está hecho desde siempre, nosotros solamente tomamos un poquito prestado, como el oxígeno, y lo usamos para sentirnos bien, para darlo o recibirlo. Entonces, coincido con el tuitero: Coger y hacer el amor no son lo mismo.
El sexo más hermoso que puedes tener es el que experimentas con una persona a la que amas. Cuando es así, las caricias son más plenas, los besos son mágicos y el orgasmo es una experiencia casi espiritual. Sentirte en los brazos de una persona amada, cuando te penetra, cuando sientes su caricia piel a piel, cuando sus palabras te derriten y su olor hace que te brinque el corazón. Si tienes una pareja con quien el sexo es ese espacio donde el amor comparte intimidad, placer y pasión, es algo tan maravilloso que no puede comprarse con nada. Cuando hay amor entre dos personas, hasta el sexo más torpe es extraordinario y la caricia más simple puede llevar al orgasmo. Entonces, otra vez, estoy de acuerdo con el tuitero: Hacer el amor y coger, no son lo mismo.
Coger es simple. No necesitas amar, basta con abrir un poco las piernas, dejar que entre, haga lo suyo y ¡Listo! A otra cosa mariposa. Desde luego, un encuentro así es burdo.
Cuando yo estoy con un cliente trato de que la experiencia, tanto suya como mía, sea distinta. Me alegra cuando recibo una llamada. Es mi trabajo, para mí significa que habrá pan en la mesa. Así que voy contenta y animada. Decidida a que, si va a pagar por estar conmigo, merece disfrutarlo. Voy a atenderlo bien, hacer que sienta que tomó una buena decisión, que valió la pena llamarme.
Desde luego que, si quiero que se sienta contento, no puedo llegar en fachas. Debo arreglarme. Que note que me importa gustarle. Me preocupa verme linda, con bonita lencería, con la piel suave, la carita maquillada, el peinado impecable y oliendo rico de todo a todo. Le invierto tiempo y dinero a mi imagen.
Cuando llego a la habitación, me porto coqueta, receptiva. Nunca me ha importado el aspecto de un cliente, pero sí sus modales. Si es un hombre limpio y amable, lo vamos a pasar de maravilla. Me gusta cuando saben besar, disfruto sus caricias y ¡Caramba! Me encanta cuando saben llevarme al orgasmo. Me vengo de verdad.
Vivimos una época difícil. La gente se pelea por muchas cosas, hay violencia en nuestro país, gente que promueve el odio. Las noticias nos dejan helados: muertos, muertas, inseguridad, crisis, incertidumbre, campañas y un gringo loco y racista presumiendo que tiene un botón nuclear más grande que el de su enemigo. En medio de todo eso, dos personas que, comparten caricias y besos, que se provocan un orgasmo, que consensuadamente se desnudan para buscar placer mutuo, están cogiendo, pero si no hay entre ellos odio o violencia, entonces están haciendo un acto de amor. No se aman, pero al menos por esos minutos en que se olvidan del mundo, hacen el amor. Lo fabrican con sus deseos, con su pasión.
Así que al final, podrá aquel tuitero no estar de acuerdo, pero no podrá evitar que, cuando escriba un tuit animándote a llamarme, no sea para coger, te invitaré a que hagamos el amor. No podrás negar que amor es algo que no sobra en estos tiempos, así que hagamos todo el que podamos.
Un beso, Lulú Petite