Ciudadanos tachados de delincuentes. Delincuentes con uniformes de policías. Así se resume la historia de un par de hermanos, propietarios de un taller mecánico en la delegación Iztapalapa, cuyas vidas dieron un giro de 180 grados al ser acusados de trasladar un arsenal, que los colocó como presuntos miembros del crimen organizado.
Noviembre de 2014 en Iztapalapa. Los hermanos Mauricio y Alejandro trabajaban en su taller, ubicado en la colonia Paraje San Juan, cuando llegaron algunas patrullas y otros vehículos sin balizar a su negocio.
Con armas en mano, los agentes irrumpieron en el lugar. Los hermanos vieron entrar a los hombres con ropa tipo comando, botas negras y armas largas. Pidieron una explicación.
Antes de que les respondieran, dos de los intrusos les acercaron una hielera, que pusieron en el piso y abrieron para mostrar su contenido.
Al descubierto quedaron varias granadas de humo como las que usan los granaderos para dispersar una manifestación, otras de fragmentación, cartuchos para rifles de asalto y un lanzagranadas. Sin tiempo para reaccionar, el hombre que iba al frente del grupo les advirtió que quería 100 mil pesos y dos autos a cambio de no presentarlos ante el MP.
los golpearon. Los hermanos respondieron que no. Entonces fueron golpeados para dar paso a una segunda oportunidad. "Te estamos dando chance", le dijo uno de agentes antes de indicarle que si no accedía se iban a arrepentir.
Los hermanos no se doblegaron. Los uniformados, al menos una veintena, los subieron a una patrulla y los pasearon por varias calles para "convencerlos".
La paciencia de los extorsionadores se acabó y finalmente presentaron a los hermanos ante el MP en la Agencia Central de Investigación de la PGJDF.
El 24 de noviembre, la SSP difundió un comunicado anunciando la captura de dos hombres en Iztapalapa que trasladaban un arsenal.
Según el texto, que se reprodujo íntegro en varios medios, los sospechosos fueron detenidos en la calle Iztaccíhuatl a bordo de un automóvil Optra negro, placas MMY-2550.
"En el interior del vehículo fueron localizados 150 cartuchos útiles calibre 7.62, parque utilizado en los rifles conocidos como cuerno de chivo, cuatro granadas de fragmentación, 12 granadas de gas, una de humo, un lanzagranadas y 12 detonantes", indicaba el texto.
Ante el Ministerio Público los hermanos contaron su versión y a través de su defensa denunciaron a los agentes que los habían detenido.
A la par de la denuncia que se seguía contra los hermanos, la Fiscalía Especial para Servidores Públicos de la PGJDF inició otra, la FSP/B/T3/3790/14-11, para investigar posibles irregularidades en la actuación de los policías.
A pesar de sus dichos, los hermanos fueron consignados a prisión. Su defensa logró liberarlos en los días siguientes e insistió en denunciar los abusos de los que fueron objeto por parte de los policías.
La investigación entonces cobró forma y se descubrió que todo había sido un montaje.
El pasado 8 de agosto, agentes de la PGJDF capturaron a uno de los presuntos responsables, Rubén Zecua Morales, de 40 años, agente en efectivo de la SSP. Aún faltan por ser detenidos varios de los que en segundos convirtieron a un par de ciudadanos en delincuentes.