Exigen justicia en CU por feminicidios y agresiones
Los feminicidios y agresiones contra mujeres de la comunidad de la UNAM se acumulan. Todos los casos tienen cierto grado de impunidad.
El viernes pasado, estudiantes y familiares de víctimas de feminicidio se reunieron y recordaron los distintos casos de violencia de género durante la manifestación por las agresiones al joven Marco Antonio, alumno de la Prepa 8, por parte de elementos policiacos de la Ciudad de México.
Ahí, frente a Rectoría, habló Juana Benítez Vega, hermana de Verónica Guadalupe, quien era estudiante de Bioquímica Diagnóstica en la Facultad de Estudios Superiores campus Cuautitlán. Tenía 22 años y un bebé de tres meses cuando fue asesinada, el pasado 6 de julio de 2017. Su esposo y padre de su hijo está siendo procesado por el delito de feminicidio.
Lupita fue apuñalada 17 veces y lapidada hasta la desfiguración y la muerte. Sus deudos reciben amenazas de la familia del probable feminicida, y burlas por parte de los ministeriales. Desde entonces, Juanita, su hermana, no ha parado de exigir justicia. Ella demanda que se investigue a la madre del inculpado, ya que hay testigos que narraron cómo ella también participó en la golpiza que dio paso a la muerte de Lupita.
En la manifestación del pasado viernes, y a un lado de Juanita, una mujer portaba una manta que se encuentra siempre presente en las manifestaciones contra la violencia de género. Es un caso que ha acumulado años y continúa impune. La manta tiene el rostro de Mónica Alejandrina Ramírez Alvarado, quien el 14 de diciembre de 2004 salió de su casa rumbo a la FES Iztacala, donde era estudiante de Psicología; iba por sus calificaciones y a entregar un trabajo escolar. Tenía 21 años. Nunca regresó a casa.
El 18 de diciembre de ese 2004, del celular de Mónica llegó un mensaje: los secuestradores pedían 250 mil pesos por regresarla con vida. Recibieron dos mensajes más y luego cesó toda comunicación. Desde el inicio, por las investigaciones se sabe que en su secuestro participó al menos un policía judicial del estado de México.
Al conseguir información sobre el celular de Mónica, la familia se percató de que Jesús Martín Contreras Hernández, un compañero de ella en la escuela, era quien les pedía rescate. Tanto él como su novia –amiga de Mónica– estaban involucrados.
Jesús tenía nexos con Marlon, el hijo de un judicial de Ecatepec y vecino de la familia de Mónica. A Marlon Gaona lo apresaron y sentenciaron a 26 años por el caso. Hasta el día de hoy, Mónica sigue desaparecida.
CASO LESVY. A la marcha también asistió Araceli Osorio Martínez, madre de Lesvy Berlín Osorio Martínez, quien fuera asesinada en el campus de Ciudad de Universitaria el 3 de mayo de 2017 y su cuerpo fuera atado con la bocina de una cabina telefónica. El caso tomó relevancia porque la procuraduría capitalina insistía en exculpar al principal sospechoso, alegando que Lesvy se había suicidado.
DOBLE HOMICIDIO. Pero no son los únicos casos. También se encuentra el de Karen Alvarado Mosso, una adolescente de 17 años, estudiante de CCH Vallejo y quien deseaba estudiar Derecho, quien fue asesinada junto a su hermanito Erick (de 12 años) durante la noche entre el 4 y el 5 de agosto de 2016.
Esa noche, su mamá no se encontraba en la casa, ya que trabajaba por la noche. Alguien se metió a la vivienda, asfixió a Erick, y violentó y mató a Karen. En marzo de 2017 fue detenido Luis Enrique, otro adolescente de 17 años y quien fuera primo de Karen y Erick. Resultó ser el doble homicida. Sin embargo, debido a que era menor de edad cuando cometió los crímenes, sólo permanecerá cinco años en un centro especial para menores.
Finalmente se encuentra el secuestro y asesinato de Adriana Morlett Espinosa, quien era estudiante de excelencia en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. El 7 de septiembre de 2010, la joven fue a dejar un libro a la Biblioteca Central. Después no se supo más de ella. Fragmentos de huesos fueron hallados en el Ajusco en diciembre de aquel año. El caso continúa impune.