“Ellos dicen que no estigmatizan a una mujer si se divierte. Pero en la realidad, todas las preguntas que te hacen apuntan a eso”. Así resume Esteban Gallardo su experiencia con CAPEA durante la desaparición de su hermana Pamela Gallardo Volante, quien desapareció el 5 de noviembre de 2017, cuando asistía a Soul Tech Festival 2017, en el kilómetro 13.5 de la carretera Picacho-Ajusco.
LOS HECHOS. A inicios de noviembre, Pamela tenía 23 años, trabajaba como mesera en un restaurantito localizado en la planta baja del edificio en el que vivía con sus papás, en la delegación Gustavo A. Madero, y llevaba unos tres o cuatro meses de noviazgo con Jesús, un chico al que los padres de la joven habían visto pocas veces.
“Pamela tiene un brillo especial”, resume el hermano. “Tiene fortuna para el trabajo, y una alegría…”. A Pamela le gusta la música electrónica, y ese fin de semana sería la tercera ocasión que asistiría al Soul Tech Festival, en una zona boscosa del Ajusco, un evento que dura aproximadamente una noche y un día de música non stop, y al que acuden unas 4 mil personas.
Así que el sábado 4 de noviembre, Pamela se abrigó bien (en el Ajusco haría un frío tremendo), tomó una sillita plegable y se despidió de su familia. Fue con su novio Jesús y otros dos amigos, un chico y una chica que son pareja. Su madre le envió mensajes de WhatsApp, y ella se mantuvo en contacto hasta las 7:22 de la noche de ese mismo sábado. Después, no se sabe si se le acabó la pila o apagó el celular.
Lo que sí se sabe es que no tuvo incidente alguno durante esa noche o madrugada; la amiga de Pamela subió fotografías a sus redes sociales, en las que los cuatro se ven contentos, divertidos. La pareja de novios declararía después que todo había estado bien hasta la una de la tarde del domingo 5 de noviembre, cuando ellos se retiraron debido al cansancio. Entonces Pamela y Jesús se quedaron solos… junto con otras 4 mil personas más.
Ese domingo la familia de Pamela la esperaba alrededor de las 7 de la noche. Ella no llegó. El lunes, el novio de Pamela fue a la casa a preguntar si había llegado; él llevaba la sillita plegable de Pamela. Ese mismo día, los padres activaron la búsqueda a través de Locatel, ya que en CAPEA les dijeron que había que esperar 36 horas o ir directamente a la delegación del extravío (en este caso la delegación Tlalpan). Para el martes, Esteban, hermano de Pamela, y Jesús, el novio, fueron a levantar la denuncia. Ahí, este último dijo haber sido la última persona que la vio, que alrededor de las 3 de la tarde del domingo tuvieron una discusión, que Pamela lo dejó y se fue con rumbo al servicio de transporte y camiones que prestaba el evento. Dijo que la vio formada para tomar uno de esos camiones, pero no supo con qué destino. Luego, Jesús regresó al lugar para recuperar la sillita plegable, y vio que el camión en el que iba Pamela ya salía; entonces él corrió y tomó un taxi para alcanzar el camión, pero el taxi fue detenido en un retén, y el camión se alejó.
UN VIACRUCIS. Desde que la familia interpuso la denuncia, todo ha sido difícil. Las cámaras del C4 no tienen buena visibilidad, por lo que no pudieron identificar si Pamela había estado o no en el área de transporte y camiones, como dijo su novio. La búsqueda con elementos de la policía y bomberos para peinar las hectáreas de bosque se hizo 18 días después, cuando cualquier rastro posible ya había sido eliminado. Y hasta ahora, hasta la fecha, no han logrado conocer la sábana de llamadas de Pamela, para revisar sus movimientos.
Sólo hay un dato que ha brincado. Cuando la familia hacía público el caso, los organizadores del evento se pusieron en contacto, y dieron un dato importante: no hubo transporte ni camiones que salieran del lugar a las 3 o 4 de la tarde. Los primeros vehículos lo hicieron a partir de las 5 y media de la tarde.
Y Pamela continúa desaparecida.