Por Irma Gallo.
Cuando mi sobrino era muy pequeño, todavía en el kínder, uno de sus compañeros era adoptado. Y no sólo él: su hermano, que era todavía un bebé, también.
Los padres no podían tener hijos biológicos, pero decidieron que eso no sería un impedimento para criar una familia.
Desde el principio hablaron abiertamente con ellos (más adelante con el bebé, por supuesto), sobre el hecho de que no provenían de la pancita de su mamá, sino de otra familia.
Siempre me llamó la atención la decisión de esta pareja. Sobre todo porque los niños se veían adaptados y felices, y el mayor hablaba de su adopción como algo completamente natural.
Pero más allá de una percepción muy personal, para escribir esta columna, como lo hago siempre, me puse a investigar sobre el tema.
¿Decirle o no?
Según Christine Adamec, en ‘Explicar la adopción a tu hijo’, un documento elaborado para la National Adoption Information Clearinghouse, sí hay que decírselo. ¿Por qué? Porque es la base de una comunicación sana con él o ella, y también porque tarde o temprano se va a enterar y si lo sabe por alguien más antes que por ustedes, se sentirá profundamente traicionado.
Adamec lo explica así: “El niño podría entonces desconcertarse y preguntarse sobre qué otros asuntos le has mentido”.
¿Cuándo y cómo decírselo?
Los niños muy pequeños tal vez no entiendan muy bien la diferencia entre ser adoptados y haber nacido de ustedes.
Pueden empezar por plantear el asunto cuando tienen cuatro años (en preescolar) y siempre cuidando el tipo y cantidad de información que les den, para que la asimilen de la mejor manera.
Por ejemplo, algunos niños vienen de la pancita de mamá; tú eres especial porque viniste de otro lado.
Entre más edad tengan los niños, más datos les podemos dar, pero siempre en sentido positivo como mamá y papá te eligieron, porque eres diferente, único, valioso.
Siempre es aconsejable recordarles que ustedes estarán ahí siempre, para responder cualquier pregunta, y sobre todo reforzarles la idea de que ellos no tuvieron la culpa de que sus padres biológicos decidieran darlos en adopción, y que ustedes no los abandonarán nunca porque los eligieron y los aman.
Esto es más importante cuando los chicos ya son adolescentes. Christine Adamec lo explica de esta manera:“Muchos adolescentes tienen un ego muy frágil y podría ser mejor revelar alguna información negativa cuando sean mayores y más maduros —por ejemplo, si su nacimiento fue el resultado de una violación o que los padres biológicos tenían problemas con el alcohol o las drogas—”.
¿Y si quiere conocer a sus padres biológicos?
Este deseo es de lo más natural y lo expresarán tarde o temprano. No se asusten ni se sientan rechazados; al contrario, si están en posibilidad de establecer contacto con los padres biológicos abran esa posibilidad: es muy importante para la estructura de la personalidad de un ser humano saber de dónde viene y, literalmente, conocer sus orígenes.
Nunca, bajo ninguna circunstancia, les hablen mal de sus padres biológicos. Sean quien sean. A ustedes los valorará por cómo lo han cuidado y querido estos años. Sus verdaderos padres son ustedes. No hay nada de qué preocuparse.
(Si se entera por alguien más que es adoptado) el niño podría entonces desconcertarse y preguntarse sobre qué otros asuntos le has mentido, Christine Adamec Autora de ‘Explicar la adopción a tu hijo’
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