Cuando me separé del papá de mi hija pensé que nunca iba a querer tener otra pareja.
Sentía que mi función en este mundo, además de ser periodista, era criar a mi niña y ya. Que eso del amor ya no era para mí, en pocas palabras.
Durante algún tiempo estuve así, pero después empecé a echar de menos la compañía de un adulto del sexo opuesto, más allá de mis compañeros de trabajo, mi cuñado o mi papá. Alguien que compartiera mis intereses y mis gustos, que me tratara bien; alguien con quien reír, a quien abrazar, a quien tocar.
Extrañaba esos momentos cotidianos como ver una serie juntos en Netflix, tomarse de la mano para salir a caminar, al cine o a tomar una copa, la complicidad que se establece con otra persona una vez que has tenido relaciones sexuales con ésta.
Bueno, luego les cuento en qué va mi historia, pero si ustedes están empezando a sentir lo mismo que yo, quiero compartirles algunas reflexiones y consejos que les pueden servir.
Porque la vida no acaba cuando nos convertimos en mamás, al contrario.
¿Qué nos detiene para “quitarle la pausa” a nuestra vida amorosa?
La culpa. Estamos educadas (y hasta las más liberales, créanmelo) para pensar que una vez que somos mamás, nada será más importante que nuestros hijos, y el mero deseo de querer otra cosa, además de ellos, nos hace sentir como si fuéramos las peores del mundo. Pero nada más equivocado, sólo se trata de encontrar el balance adecuado: una mamá feliz tendrá hijos felices, en cambio, una mamá amargada seguramente descargará toda esa frustración con sus hijos.
La baja autoestima. Es inevitable que después de unos años de no salir en plan de cita sintamos que no estamos en forma, que no le vamos a gustar a nadie. Pero si esa persona especial ya te invitó a salir es que algo vio en ti, así que sólo concéntrate en ser sólo tú. Recuerda cómo eras antes de tener hijos, esa parte femenina y sexy que quizá hiciste de lado, pero que sigue dentro de ti.
Con quién los dejo. Una vez que, por fin, nos decidimos a darnos esa nueva oportunidad surgen las dificultades prácticas: ¿con quién dejamos a nuestros hijos para salir en una cita amorosa? Es indispensable construir redes de apoyo para estos temas. No se trata nada más de que sean personas confiables, en el sentido de que sepamos que nuestros hijos estarán seguros y bien atendidos, sino que, además, no se sientan con el derecho de inmiscuirse en nuestras vidas. Si de por sí nos cuesta trabajo decidirnos a dar este paso, ¡imagínense si tenemos encima a la ex cuñada o la ex suegra, o la amiga que también lo era de la ex pareja, haciéndonos sentir la peor madre del mundo porque nos atrevemos a dejar a los hijos unas horas para irnos de “coscolinas”!
Que sea por alguien que valga la pena. Antes de iniciar una nueva relación, averigua todo lo que puedas de él. Recuerda que abundan los lobos con piel de oveja, y que si todo va por buen camino, eventualmente querrás (y tendrás) que presentárselo a tus hijos, así que asegúrate que sea, antes que nada, un hombre honesto.
Yo no te aconsejaría que intentes con alguien que esté casado o en una relación, porque su energía y atención siempre estarán divididas, y esto será más fuente de angustia y frustración que de placer y alegría.