Por Irma Gallo.
Mamás y papás: Hortensia Marbán, lectora de El Gráfico y de esta columna, me pidió que escribiera sobre los pólipos en el estómago. Concretamente, ¿qué son y cómo detectarlos?
Como les he dicho, estimad@s lector@s, no soy médica ni sicóloga, pero sí una periodista que trabaja para ustedes: para darles la información que requieren y de la mejor manera. Así que me puse a investigar y me di cuenta de que éste no es un tema menor, porque como leerán más adelante puede tener graves consecuencias si no se atiende a tiempo.
Aquí está lo que investigué para ustedes.
Según el gastroenterólogo Fernando Peña Ancira, “los pólipos gástricos son crecimientos de la mucosa del estómago de aspecto plano, en forma de bolita, o con tallo como un hongo”.
El mismo médico escribe, en su página web, que los pólipos con apariencia de hongo pueden tener potencial maligno, ulcerarse y sangrar.
Por su parte, la Asociación Americana contra el Cáncer advierte que entre los factores de riesgo para desarrollar ciertos tipos de esta enfermedad se encuentra el síndrome conocido como Poliposis adenomatosa familiar (FAP):
“En este síndrome, las personas tienen muchos pólipos en el colon, y algunas veces en el estómago y los intestinos”.
También afirma que estas personas tienen un riesgo “significativamente mayor de padecer cáncer colorrectal y un riesgo ligeramente mayor de padecer cáncer de estómago”. Y agrega que el síndrome es causado por “mutaciones en el gen APC”.
Pero no se alarmen todavía, porque más adelante, en la misma página de la Asociación, se aclara que: “La mayoría de los tipos de pólipos (como los hiperplásicos o los inflamatorios) parece que no aumentan el riesgo de una persona de padecer cáncer de estómago, aunque los pólipos adenomatosos —también llamada adenomas— algunas veces se pueden convertir en cáncer”.
¿Qué debo hacer para saber si tengo pólipos? Según la página web Medline Plus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, los exámenes que se hacen para comprobar la existencia de pólipos son: 1) prueba de sangre oculta en heces basada en guayacol; 2) análisis inmunoquímico de las heces fecales, en los que se examinan muestras de heces fecales para saber si tienen sangre, lo que podría ser una señal de un pólipo o cáncer; o bien, una prueba del ADN en las heces fecales para identificar ciertas secciones anormales del ADN (material genético) de cáncer o de células de pólipos; 3) sigmoidoscopía, que consiste en colocar en el recto y el colon inferior un tubo flexible que tiene una fuente de luz para ver si existen pólipos y cáncer; 4) colonoscopía, en la que se usa un tubo flexible más largo para examinar todo el colon y el recto; 5) enema de bario de doble contraste, que es una prueba de rayos X del colon y del recto y 6) colonografía CT (conocido como colonoscopía virtual), que es un tipo de tomografía computarizada del colon y del recto.
DE REGALO
En esta ocasión tenemos dos ejemplares de La brujas, de Roal Dahl, un clásico para l@s niñ@s, cortesía de grupo Penguin Random House. Sólo escríbanme al correo de [email protected] y díganme qué temas les interesa leer en esta columna, y si su correo es de los tres primeros en llegar, ¡ya ganaron! ¡Sigan leyendo y participando!
Para tomar en cuenta
¿Cuándo es recomendable hacerme estos exámenes? A partir de los 50 años de edad.
Si he tenido pólipos anteriormente.
Si tengo un familiar con pólipos.
Si poseo antecedentes de cáncer de colon.
¿Cómo prevenir la aparición de pólipos y su posible desarrollo?
Más claro ni el agua, mamás y papás: hay una relación fuerte entre la alimentación, el peso y el ejercicio con el riesgo de padecer cáncer colorrectal. O sea: tomen agua, consuman fibra, no coman grasas, azúcar y carbohidratos en exceso y por lo menos caminen durante media hora diaria.