Por Irma Gallo
Me han escrito muchos papás y mamás a los que les angustia el momento en el que tengan que hablar de sexualidad con sus hijos, y créanme que entiendo su preocupación: independientemente de sus creencias, no es nada fácil decidir cómo y cuándo debemos hacerlo, a pesar de que los libros de Ciencias Naturales de la SEP ya tocan el tema desde cuarto grado.
Lo primero que quiero decirles, mamás y papás, es que es muy importante hablarles de sexualidad y de las partes de su cuerpo y sus funciones a nuestros hijos, entre otras razones porque así evitamos que sean víctimas de un abuso.
Al mismo tiempo les explicamos en qué son diferentes los hombres de las mujeres y para qué sirven los órganos reproductivos externos e internos, también les tenemos que reforzar el mensaje de que nadie puede tocarlos sin su permiso, así como las consecuencias de tener relaciones sexuales sin protección.
LA HOMOSEXUALIDAD. Finalmente, y con todo respeto a sus creencias personales mamás y papás, recomiendo hablarles de la homosexualidad como una expresión diferente, pero nunca enferma o incorrecta de la sexualidad: simplemente hay hombres que aman a otros hombres y mujeres que aman a otras mujeres porque el amor es más grande y poderoso que cualquier barrera de género.
¿Qué le digo y a qué edad?
Casi en cuanto comienzan a hablar, los pequeños mostrarán curiosidad por sus partes sexuales. De los 2-5 años no es recomendable ponerle nombres distintos a los órganos sexuales, se llaman pene y vagina. En esta etapa no es necesario darles detalles del acto sexual porque no asimilarán toda la información; simplemente se les puede decir que papá plantó una semilla en la barriga de mamá y ahí creció el bebé (él/ella mismo o su hermanito).
Ya más grandes, de los 5-9 años, es importante hablarles claro y de frente, explicándoles a las niñas, por ejemplo, que un día les llegará su menstruación y no tienen por qué asustarse, pues es un proceso normal y necesario para el correcto funcionamiento del cuerpo. Si quieren, díganles que la menstruación prepara nuestro útero para, algún día, si así lo decidimos, recibir y ayudar a formar un bebé. Además, es necesario explicarles los límites. Por ejemplo, no se tocan los órganos genitales de otro ni permitimos que nadie (excepto mamá y papá para el aseo) toque los nuestros; no nos desnudamos en público.
Aprenderán sobre sexualidad en la escuela, a los 9-10 años, sin embargo, es importante estar atentos a sus dudas y decirles que siempre que tengan una pregunta pueden acudir a nosotros. Incúlcale que la expresión de nuestra sexualidad es algo natural, que tiene que ejercerse con la voluntad nuestra y del (la) otro, nunca a la fuerza y que ésta implica una fuerte responsabilidad, no sólo a nivel físico (enfermedades de transmisión sexual y/o embarazos), sino a nivel emocional (siendo muy jóvenes, a lo mejor la experiencia no resulta tan agradable como cuando entendemos lo que significará en nuestras vidas).