Mantente fiel a ti misma. ¿Cuántas veces has escuchado este consejo de parte de amigos y consejeros? No es tan sencillo ser uno mismo. Es común que actuemos de formas que nos aseguran la atención de otros: actuamos de cierta manera, usualmente para caer bien, ser aceptados u obtener el afecto de otras personas.
¿Y qué significa ser tú misma? Principalmente, vivir de acuerdo a tus valores y reglas. Ser tú misma no significa dejar de respetar los valores y reglas de los demás, mucho menos pasar por encima de ellos. Sólo debes comprender qué es lo importante para ti, por ejemplo, expresar tus sentimientos con libertad, mantener contacto con tus amistades, hacer el trabajo con eficiencia. Para hacer esto, no es necesario dejar de respetar lo que otros valoran. Analiza cuáles son esas cosas de gran importancia para ti.
Actúa con espontaneidad. Dejas de ser tú misma, o auténtica, cuando te preocupa demasiado quedar bien o impresionar, dar una imagen de exitosa, conocedora, segura de ti misma, perfecta, especial, siempre feliz, poderosa o siempre ecuánime. ¿Para qué haces esto? Para obtener o conservar el cariño o admiración de otros. Por temor a no ser suficiente a los ojos de los demás. No eres más o menos, tienes el mismo valor que cualquier otra persona.
Admite tus múltiples facetas. Actuar desde los muchos aspectos que te conforman es ser tú misma. No sólo eres responsable y prudente, también eres un poco ruidosa, excesiva, egoísta e imperfecta, igual que otros. Y así está bien. Aceptarlo es contribuir a tu autenticidad.
Deja de actuar en automático. ¿Cómo lograrlo? Obsérvate, escúchate cuando hablas con la gente, en diferentes ambientes: eventos sociales, el trabajo, los amigos o en citas románticas. ¿Te esfuerzas por ocultar algunos de esos aspectos por temor a alejar a las personas? A la mayoría nos gusta la gente auténtica. “Olemos” cuando una persona es falsa a pesar de sus intentos por ocultarlo o enmascararlo. ¿La que habla (y actúa) eres tú o quien alguien más quiere que seas? ¿Estás tratando de cumplir con las expectativas de tus padres o jefes?
Cuestiona. Algunas “escuchan” las voces de las personas que han tenido una fuerte influencia en su forma de ser y actuar. ¿De quién son esas voces? ¿De mamá, papá, tu esposo o una amiga? Observa, escucha y analiza. Dice el actor Brontis Jodorowsky, “Cuando estés en una gran duda, pregúntate de quién estás esperando el permiso para actuar”. Y sobre todo, cuestiona, cuestiona y vuelve a cuestionar. Sólo tú puedes decidir cómo actuar en cada situación. Esta es tu vida y tú decides qué hacer con ella.
Expresa emociones directamente, pero con respeto. Algunos de nosotros, a lo largo de nuestro desarrollo, no aprendimos a expresar el enojo de manera directa. Puede ser que asociemos la expresión de enojo con un peligro, ya sea un castigo, vergüenza o violencia por parte de los adultos. Estamos seguros de que las cosas se pondrán mal o peor si expresamos la ira de manera clara. Y como comportarnos de forma pasivo- agresiva resulta muy efectiva para frustrar a padres, maestros, jefe, pareja, elegimos esta forma de canalizar la hostilidad. Cuando adoptamos la agresión pasiva, nos conducimos de forma irritante, somos manipuladores y “castigamos” a quien nos pone límites de manera inapropiada o agrede. Obsérvate. Esta es una forma de no ser tú misma. Ser clara y directa en la expresión de tus emociones no tiene que ser agresivo. Aprende a ser asertiva.