Es fácil complicarse la vida: actuar sin planificar, entregarse a ideas fatalistas, torturarse con el pasado, tratar de controlar lo irremediable, pensar en exceso, preocuparse y mentir. Hacer lo contrario, simplificar la existencia, requiere de esfuerzo y atención. ¿Vale la pena? Por supuesto que sí. Aquí te presentamos varias prácticas para hacer más sencilla tu existencia.
Mantente en el presente. Una forma de provocarte malestar es adelantarte a lo que aún no sucede. Crearte historias con final fatídico es la receta perfecta para provocarte estados de ansiedad. Cuando recurres de manera constante a lo ya sucedido, sobre todo a lo desagradable, aparecen el dolor, la angustia y la depresión.
Mantente aquí y ahora por medio de tus sentidos, vuelve a ellos si te descubres habitando en el pasado o el futuro. Huele, siente, mira, escucha. Cuando te sorprendas sumido en el pasado o imaginando escenarios catastróficos del futuro, simplemente di ¡detente! y vuelve al presente. Otra estrategia para volver aquí y ahora es repetir mentalmente lo que estás haciendo en el momento: “Ahora estoy caminando hacia la cocina” o “Ahora estoy leyendo”.
Suelta el control. Te complicas la vida al pretender controlar los sucesos en tu entorno. Distingue entre las cosas que están en tus manos y las que no. Acepta que puedes resolver algunos asuntos, pero que otros son inevitables. Admite esto: si bien puedes anticipar algunos resultados de cierta situación, no puedes predecir todos los posibles escenarios y así estar completamente preparado.
Simplifica. Enamórate de lo sencillo. Al simplificar, creas un efecto positivo en tu mente, mejoras tu calidad de vida, ves las cosas con mayor claridad. ¿Cómo puedes optar por lo simple? Enamórate de lo pequeño, pero valioso, disfruta de lo que tienes en lugar de obsesionarte con conseguir otras cosas. Crea y construye en lugar de comprar. Regala tu tiempo en lugar de cosas materiales. Disfruta de este momento en vez de preocuparte por el mañana.
No pienses de más. El análisis excesivo de las cosas te paraliza. Pensar de más, sobre todo si son cosas negativas, hace que en tu mente las situaciones crezcan fuera de proporción y que parezcan atemorizantes. Una forma típica de autoboicot consiste en postergar la acción por un análisis detallado, porque quieres tener el control absoluto del resultado. La preocupación, otra forma de análisis compulsivo, malgasta mucha de tu energía vital, pues dedicas esa energía a algo que quizás nunca suceda o que no está en ti resolver.
Evita mentir. Quizás una mentira te ayuda a salir del paso en una situación comprometedora, pero para sostener el engaño debes invertir mucha energía mental, toda tu creatividad. Cuando dices una mentira, debes estar preparado para inventar, por lo menos, diez más. Así, la farsa complica tu vida de forma significativa.
Somos poco conscientes de cómo nos complicamos la existencia. Elige la forma más sencilla de hacer las cosas, aplica la simplicidad a tus relaciones y forma de pensar.