¿Has notado que mucha gente está pendiente de tu figura, peso y apariencia? Actúan como si fueran la “policía del cuerpo”. Son personas que hacen comentarios acerca de cómo has subido de peso, por ejemplo, “¿Hace cuántos kilos que no nos veíamos?”. Dicen cosas negativas y a veces humillantes acerca de tu cuerpo o el de otras personas. Juzgan a las personas únicamente por su apariencia física: “Con esa flacura nunca va a encontrar alguien con quien salir”. Al criticar a alguien por su apariencia física, le restan valor y, a veces, lo ven sólo como un cuerpo.
Tan común que se le considera normal. Los grandes críticos y vigilantes de la apariencia creen tener el derecho a hacer sentir avergonzados a los demás. Avergonzar a otros porque no tienen un cuerpo de revista está totalmente permitido, aun cuando se trata de una conducta “buleadora”. ¿Sabías que se estima que sólo 5% de las personas tienen cuerpos similares a los de las imágenes del cine, la televisión, las publicaciones e internet?
Nadie se escapa del “bullying corporal”. El “bullying corporal” se practica hacia mujeres y hombres por igual. A las mujeres se les evalúa y critica por su peso, su “guapura”, el tamaño de sus senos, la redondez de sus glúteos y sus piernas. En el caso de los hombres se utilizan otros aspectos corporales para degradarlos: la altura, la calvicie, el exceso de vello corporal o el tamaño del pene. Se les evalúa como si estas características físicas, y sólo éstas, determinaran el valor de cada persona.
Avergonzar a otros es agresivo. La vergüenza es un sentimiento humano doloroso y destructivo. La persona criticada por su apariencia corporal siente que hay algo profundamente malo en ella, que es defectuosa. La vergüenza por el cuerpo que habitamos está asociada a conductas adictivas, depresión, comportamiento destructivo, violencia, trastornos de la alimentación, ansiedad y problemas sexuales.
Los promotores del bullying corporal. Seguramente conoces a alguien que piensa que avergonzar a los demás, por ejemplo respecto a su sobrepeso, los ayudará a cuidar su dieta y hacer ejercicio. Sin duda habrá personas a quienes les “piquen el orgullo” y encuentren motivación en las agresiones hacia su persona. Pero son los menos. El bullying corporal no es una estrategia motivadora efectiva. Avergonzar a los demás no les ayuda a mantener un peso saludable ni los lleva a tomar decisiones favorables para su salud.
Todo lo contrario, la vergüenza los aleja del resto, los lleva a protegerse y compensar el sentimiento desagradable comiendo alimentos azucarados o salados. Los adultos y niños fuertemente criticados por su sobrepeso tienden a comer más. La vergüenza de su cuerpo los lleva a dejar actividades placenteras (entre ellas el deporte y las actividades físicas) y evitar relaciones significativas porque se sienten defectuosos o indignos. Promover la vergüenza del cuerpo es atentar contra la salud física, mental y emocional.
Aceptación incondicional del cuerpo. Si otros reprueban nuestro cuerpo, también terminamos reprobándolo, y nos cuesta más cuidar de él. Es muy difícil cuidar de un cuerpo que rechazamos, reprobamos y, a veces, odiamos. Conviene más tener una actitud amorosa de aceptación incondicional del cuerpo que habitamos. Evitemos bulear a otros o atacarnos a nosotros mismos por la apariencia, pues esta acción, aparentemente inofensiva, hace mucho daño.