La forma de comunicar una opinión o apreciación a un estudiante, un hijo o un amigo es tan importante como el contenido de ésta. Que la reciban depende, en gran medida, de cómo le transmitamos un punto de vista, un consejo o una evaluación. Esto es algo que deben tomar en cuenta los profesores que orientan a sus alumnos, las madres encargadas de la crianza de los hijos, la persona preocupada por el bienestar de uno de sus amigos. Para que el mensaje sea recibido y tomado en cuenta, nos ayudaría adoptar un estilo de comunicación constructivo.
La crítica destructiva. Quizás has recibido este tipo de crítica, pues es bastante común. Se refiere al tipo de comentarios que se experimentan como un ataque directo. Es una crítica muy general: “Eres insoportable”. Seguramente la persona no será insoportable todo el tiempo ni en todas las situaciones. Además, el hecho de señalar que la persona es insoportable difiere mucho de decir que actúa de formas que consideramos insoportables.
La crítica destructiva etiqueta de forma negativa. Resalta sólo los errores sin incluir recomendaciones: “No sirves para los estudios. No sé por qué sigo invirtiendo en ti”. No se toman en cuenta los sentimientos del otro. Es una crítica poco útil. No ayuda, pues no le decimos qué cambiar. Sólo sirve para descargar la frustración por no obtener lo que deseamos.
La crítica constructiva. A la mayoría de la gente le gusta recibir este tipo de comentarios. Además de señalar lo dañino, equivocado o desagradable en el comportamiento de la otra persona, y de hacerlo de manera clara y respetuosa, incluimos ideas prácticas. Por ejemplo: “Veo que explotas con facilidad cuando te sientes frustrado. ¿Por qué no te tomas unos momentos para respirar antes de reaccionar impulsivamente? Esto te podría servir para no actuar con la cabeza caliente”.
En este caso no se ataca a la persona. Se le dan ideas para modificar algunas conductas. Muchos odian que les digan qué hacer. La manera de comunicarlo determina si lo harán o no: “El negro es un color que te hace ver delgada. ¿Has probado colores más vivos, para cambiar?”. En la crítica constructiva no hay juicios, solo aclaramos dónde está el problema. Es esencial resaltar lo positivo.
Aprende a criticar positivamente. Antes de hacer una crítica, pregúntate si lo que vas a decir será de ayuda.
—Piensa y planea. Qué decir y cómo hacerlo.
—Invierte tiempo y esfuerzo. Vale la pena.
Ensaya. ¿Cómo te sentirías si alguien te dijera lo que tienes pensado decir? Evita arrepentirte.
Di la verdad, pero sin ofender.
Las personas, en general, responden muy bien a la crítica constructiva. Escuchar una evaluación balanceada de lo que hacen bien y lo mejorable contribuye a una visión más positiva de sí mismas.