Hay quienes evitan, por todos los medios, algunos pensamientos, recuerdos, sensaciones físicas, emociones negativas y acciones, aun sabiendo que a la larga se van a crear más problemas. Son personas temerosas del fracaso o el ridículo, les importa demasiado la opinión ajena. Viven a medias, por temor. Permanecen en su zona de confort. Limitan su existencia al eludir cierto lugar porque les trae malos recuerdos o emociones. E invertirán mucha energía tratando de evadir pensamientos y sentimientos.
Otros esquivan temas de conversación que les causan desagrado. Los evitadores compulsivos prefieren huir a enfrentar responsabilidades y conflictos en la vida. No podrían estar más equivocados.
Con frecuencia, huir es sólo una solución temporal. Hay personas que recurren a conductas autodestructivas sólo para encontrar alivio pasajero a su aburrimiento o vacío. Se refugian en el alcohol, drogas, compras compulsivas o la diversión frenética. Está claro que esto no soluciona nada.
Huir de las contrariedades refuerza la idea de que enfrentar momentos de ansiedad, incómodos o estresantes es algo terrible y que los periodos problemáticos no deberían existir. Este es el caso de quien se queda en una relación de pareja insatisfactoria porque no quiere enfrentar la culpa, la soledad, la incomodidad asociada a la separación. Perdemos de vista que la tristeza, la frustración o la ansiedad, emociones que usualmente evitamos, forman parte de nuestra experiencia de vida.
Estas emociones son necesarias para llevar una vida plena y satisfactoria.
Después de todo, sin ellas no podríamos distinguir los momentos de gozo de los tristes.
Huir de las cosas requiere de una gran inversión de energía, casi tanto como la energía necesaria para enfrentar las situaciones difíciles. Así que si huyes de la adversidad con el propósito de ahorrarte el esfuerzo, piénsatelo dos veces, puede resultar peor no afrontar.
Huir de las vicisitudes es ausentarte del presente y crearte más problemas para el futuro. Cuando no resuelves algo en el presente, la situación inconclusa sigue creciendo como una bola de nieve rodando cuesta abajo.
Al huir de las dificultades te pierdes de una buena oportunidad: la de aprender a lidiar con un problema y fortalecer tu capacidad para enfrentar lo abrumador. Hacer actividades, en lugar de eludirlas, genera confianza en ti mismo y te trae satisfacción.
Cada vez que escapas de hacer algo por temor, la acción temida adquiere más fuerza, puede ser paralizante. No alimentes el miedo. Muchas veces terminas sintiendo más incomodidad y dolor.
¿Por qué es mejor enfrentar?
Afrontar no siempre es agradable, pero vale la pena. Una vez que afrontas el conflicto, se desencadena un proceso que te lleva a opciones de solución para tu situación.
Cuando evitar se convierte en la norma en la vida de una persona, su existencia se empobrece. Además, los investigadores de este tema han encontrado que recurrir constantemente a la evasión de sentimientos o recuerdos puede dar origen a depresión y ansiedad. Esto es preocupante, pues huir de los problemas en lugar de enfrentarlos es una forma muy común de lidiar con las experiencias negativas.
También se ha descubierto que cuando las personas dejan de rehuir a lo que tanto temen, su ansiedad disminuye y liberan una gran cantidad de energía disponible para ser utilizada en actividades disfrutables. Después de todo, enfrentar el conflicto, desacuerdos y los propios sentimientos es mejor opción, aunque de inicio no sea tan fácil o agradable.
Visita mi página web: victorjimenezmx.com