Atrapé a mi hija en la mentira. De inmediato me sentí herida, traicionada y enojada. Y no sólo eso, me adelanté a lo que todavía no sucedía e imaginé que una mentira la llevaría a otra y a otra y a otra, hasta terminar en una terrible situación. En momentos pensé que me sería difícil volver a confiar en ella, nos cuenta una madre afligida.
Esto sucede con algunos padres cuando se dan cuenta de que su hij@ les ha mentido. Y como están tratando de inculcarles ciertos valores, se sienten frustrados.
Te tengo una noticia acerca de ese comportamiento de tus hijos: Aunque no es deseable, es normal que los niños mientan. Tu hijo pequeño afirma: “Yo no lo hice”, para escapar al castigo cuando encuentras la leche derramada. Los niños tienden a recurrir a la mentira, sobre todo, si sus padres son demasiado estrictos.
Que sea algo común, por supuesto, no quiere decir que esté bien hacerlo. Al mentir, los niños utilizan una estrategia de solución equivocada. Sin embargo, el hecho de que recurran a la mentira ocasional y sin consecuencias graves (cuidado, no estamos hablando de mentir como un hábito), para salir de una situación difícil o para obtener algo, no debe ser motivo de preocupación, pero sí de intervención. Como asegura la experta en comportamiento infantil Janet Lehman, es importante no tomarse la mentira a la trágica o de forma personal.
Los hijos no mienten con la intención de herir a sus padres.
Una de las funciones de los padres es orientar a sus hijos cuando adoptan medidas fallidas para salir de un aprieto. Es su labor mostrarles alternativas adecuadas para la solución de problemas. Y también corresponde a los padres mostrarles que mentir tiene consecuencias y cuáles son.
Conversar con ellos acerca de las consecuencias de mentir es necesario, sobre todo si el niño miente con frecuencia o miente acerca de cosas que lo ponen en riesgo. Por ejemplo, si esconde sus calificaciones para que no lo regañen, pone en riesgo su permanencia en la escuela.
Cuando hables con un hij@ que ha incurrido en la mentira, considera lo siguiente:
Mantén la mente fría. Si temes perder el control de tus emociones, pídele al padre, madre o algún otro adulto de la familia, que esté contigo durante la plática. Esto impedirá que te extralimites en tu reacción emocional.
Planifica. Piensa con anticipación qué vas a decir, cómo lo vas a decir y cómo quieres reaccionar. Sobre todo, asegúrate de tener una actitud respetuosa y equilibrada. Ten claras las consecuencias de sus actos para comunicárselas.
Investiga. Pregúntale qué lo llevó a mentir. La idea es identificar el problema y la razón que lo hizo mentir. Ve al grano y sé breve. La plática no debe tomar más de unos cuantos minutos.
Evita sermonear. Un sermón no va a ayudar, sobre todo si lo has repetido una y otra vez, pues llega un momento en que el niño deja de escuchar. Mejor hazle saber que descubriste que ha estado mintiendo y te preocupa. Dile: “Si continúas mintiendo acerca de la tarea, está será la consecuencia…”.
Ofrécele tu apoyo. Crea un clima de confianza. Invítalo a acercarse a ti cuando no sepa cómo resolver una situación. Transmítele la seguridad de que estás para ayudarlo y guiarlo, no sólo para castigarlo.
Predica con el ejemplo. Evita enseñar a tu hijo a mentir. A veces invitamos a los hijos a mentir para no herir los sentimientos de los demás. Enséñalo a ser honesto con respecto a sus sentimientos y opiniones. Sígueme en facebook.com/vjimenez67
Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa
Alfred Adler,
(psicólogo austríaco).