Disfruta el aquí y el ahora

Vida 21/02/2017 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 05:00
 

¿Alguna vez te has planteado estas ideas o alguna similar?: “Cuando mi matrimonio esté libre de conflictos, entonces seré feliz”, “Cuando pierda peso, podré acercarme a esa chica que tanto me gusta” o “Una vez que tenga la casa de mis sueños dejaré de trabajar dos turnos y empezaré a disfrutar de la vida”.

Y yo me pregunto: ¿Para qué esperar a ser feliz y disfrutar de la vida? ¿Por qué no acercarte a esa chica ahora? ¿Cómo sabes si después tendrás la oportunidad de acercarte a ella? ¿Cuánto tiempo más quieres esperar para disfrutar de tus amistades? ¿Cómo puedes estar tan seguro de que podrás hacerlo en el futuro?.

Cuando pensamos “Cuando tal cosa pase, todo estará bien” o “Una vez que x cosa suceda, todo será más fácil y seré feliz”, ponemos toda nuestra esperanza en el producto, en el resultado deseado. Muchos piensan así con respecto al matrimonio. Tienen tantas expectativas con relación a casarse que (1) se pierden del gozo del noviazgo y (2) sacan de su mente el hecho de que una vez casados, hay que seguir trabajando por la relación. Por esto algunos se desilusionan del matrimonio, después de esperar tanto y darse cuenta de que llegar no es el objetivo. El casamiento es un nuevo comienzo.

Nos perdemos del presente. No está mal tener esperanza, pensar acerca del futuro. La idea de llegar a una meta puede ser un gran motivador. Trabajamos duro para disfrutar del pago a fin de mes. Planeamos un viaje para llegar a nuestro destino. Ahorramos dinero para conseguir algo material. Hacemos un esfuerzo por conocer a la persona ideal y disfrutar de la vida juntos.

Pero cuando perdemos de vista el presente y el camino que nos lleva a esa meta, y sólo nos centramos en el objetivo deseado, nos estamos perdiendo de vivir. Valoramos el matrimonio, pero no el noviazgo; la casa, pero no el departamento en el que vivimos actualmente; el certificado de estudios, pero no el aprendizaje.

En esta situación, damos demasiado poder a lo externo (la jubilación, una mejor situación económica, los hijos perfectos) para hacernos felices. Y nos damos poco poder a nosotros mismos como creadores de bienestar aquí y ahora.

Retrasamos la felicidad. Además, ponemos nuestra felicidad en modo de espera, la postergamos. Es como si dejáramos nuestro bienestar en una casa de empeño. Y no podemos echar mano de él hasta haber llegado a una meta. Mientras tanto, nos enfocamos tanto en el futuro (a veces obsesionados) que se reduce nuestra capacidad para disfrutar de las cosas cotidianas.

¿Podría ser que cuando llegues a tu meta las cosas no sean como te las habías imaginado? 

A lo mejor ya lo has vivido: te esforzaste tanto por conseguir ese empleo o salir con esa persona que parecía tan maravillosa, y al lograrlo resultó no ser como en tu fantasía.

Vivir aquí y ahora. Poner demasiadas expectativas en el futuro puede ser dañino, equivocado y fantasioso.

Pensar “cuando llegue a ese punto en mi vida las cosas serán más fáciles, o tendré la vida que tanto he ansiado”, es vivir en una ficción. La única vida que tienes, y las únicas oportunidades con que cuentas están aquí y ahora. A partir de cómo vives hoy, construyes tu futuro. Hoy, piedra a piedra, estás poniendo los cimientos de tu futuro. Pero si no eres capaz de disfrutar de ese proceso ahora, difícilmente gozarás de los beneficios anhelados.

Aprovecha cada momento como sucede. Vive hoy como quieres vivir en el futuro. No esperes a que llegue ese momento. Vive como si ya hubieras llegado. ¿Cómo hacerlo? Siendo agradecido con lo que tienes; apreciando el proceso, no sólo el producto o la meta. Llegar no es lo único importante. Mantén tus sentidos abiertos y vive plenamente el camino hacia tus metas.

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