Detecta alarmas homicidas

Vida 24/01/2017 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 05:00
 

No es fácil predecir actos de violencia como el del joven de 15 años, autor del crimen en el Colegio Americano del Noreste, quien disparó contra su maestra y sus compañeros.

Tampoco es fácil encontrar un patrón definido. Las conductas que identifican a un posible agresor no necesariamente tienen que ver con el tipo de ropa que viste, la música que escucha o los videojuegos que le interesan.

No todos los homicidas escolares han sido víctimas de abuso por parte de otros estudiantes, ni son solitarios, ni están obsesionados con juegos de video violentos. Sin embargo, hay señales que un adolescente manda que deberían provocar sospechas sobre sus tendencias e intenciones violentas. Padres, maestros y compañeros de escuela deben comunicar y escucharse unos a otros sobre conductas que representan amenazas potenciales, con el fin de prevenir los actos violentos. De acuerdo con Peter Langman, experto en la psicología de los homicidas escolares, estos son algunos de los comportamientos que revelan intenciones violentas en los jóvenes estudiantes. Vale la pena estar atentos a estos indicios.

Amenazas directas. Estas no siempre son tomadas en cuenta porque cuesta creer que alguien pueda hacer algo tan obvio como amenazar abiertamente con cometer un acto violento. La gente asume que si pretendiera cumplir su amenaza no lo diría públicamente. El potencial agresor a veces comenta a sus compañeros que llevará un arma a la escuela y que habrá una masacre. El joven homicida y suicida de Monterrey escribió el 17 de enero en una red social: “no pido laiks solamente que dejen su ward porque mañana haré una masacre en mi colegio”. Sus compañeros no creyeron.

Es común que a los jóvenes que lanzan estas amenazas se les tache de “raros” y de decir “cosas raras”. Por lo tanto, no se les toma en serio. Es importante que se reporten este tipo de mensajes a padres, maestros y que, al igual que las amenazas de suicidio, no se tomen a la ligera.

Admiración e imitación de actos violentos. Hay conductas que indican que un estudiante está planeando un acto de violencia. Quien admira los actos violentos está identificado con el agresor y con mayor facilidad podría imitarlo. En el caso de la masacre en Monterrey, sorprende que en las redes sociales autoras adolescentes aseguraran que el perpetrador es un héroe. Esto habla de la admiración que puede despertar este tipo de actos en algunas personas. La admiración de homicidas es otra señal de violencia potencial.

El contenido de algunas tareas escolares revela intenciones violentas. En la redacción de historias o proyectos escolares como la creación de ensayos o videos se deja ver la propensión a conductas violentas. Un homicida escolar en Estados Unidos realizó, como parte de sus tareas, un video en el que un grupo de estudiantes mata a otros estudiantes.

Esto, definitivamente, tendría que despertar el interés de los profesores para reportar estos incidentes. Un joven potencialmente violento podría identificarse físicamente, y en su vestimenta, con uno de los personajes en una historia violenta, parte de una tarea.

Claro está, no hay que reaccionar en exceso ante una de estas señales. Muchos chicos escriben historias sobre la muerte o ensayos críticos sobre las masacres en las escuelas, pero no están obsesionados con eventos violentos. Pero cuando, además de estas señales, se observan otras conductas —actos violentos contra animales sin mostrar remordimiento, temperamento explosivo, depresión severa, obsesión con las armas o una imposibilidad para mantener relaciones cercanas— hay que escuchar  estas advertencias.

 

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