Comes por nervios o por hambre? La primera forma de comer es automática e inconsciente. De repente te das cuenta de que ya te comiste toda una bolsa de papas fritas o el tarro entero de helado. Mediante las siguientes preguntas descubre si te comes tus emociones, cuándo y por qué lo haces.
¿Comes más cuando estás estresad@? Muchos recurrimos a la comida para liberar el estrés. ¿Has notado cómo la tensión te ocasiona hambre? Tú, yo y muchos más padecemos estrés crónico dado el agitado ritmo de nuestra vida. Nuestro cuerpo produce grandes cantidades de cortisol, la hormona del estrés, que provoca la urgencia por consurmir alimentos fritos, salados o dulces. Estos alimentos nos dan placer momentáneo y un levantón de energía. Cuando tenemos hambre física, no ocasionada por el estrés, tendemos a buscar algo nutritivo. Pero cuando comemos por estrés, buscamos cosas poco nutritivas como pizza, galletas o pastel.
¿Comes para sentirte mejor? Si tu primer impulso es correr al refrigerador o buscar algo de comida chatarra cuando estás enfrentando emociones difíciles, estás comiendo para sentirte mejor. Pero la comida no te ayuda a procesar tus emociones. Comer puede sentirse bien en el momento, pero la tristeza, el enojo, la ansiedad, el aburrimiento o la soledad que te llevan a un atracón no desaparecen, siguen estando allí. Es más, quizás te sientas peor después del atracón debido a todas las calorías consumidas.
Algunas personas comen para salir del aburrimiento y llenar un vacío. Si no se tiene nada más que hacer, se termina buscando algo para meterse a la boca. Y sí, temporalmente, te distrae de los sentimientos de insatisfacción o falta de sentido de tu vida. Pero sólo es momentáneo, la comida te anestesia, pero no sana el dolor.
Cuando algo te sale bien, ¿te recompensas con comida? A veces los padres recompensan con comida el buen comportamiento de sus hijos. Les compran helado, pizza, hamburguesas o dulces si sacan buenas calificaciones. Es común que les ofrezcan algo dulce si se sienten tristes o enojados. Adquirimos el mal hábito de premiarnos con comida, sobre todo la menos nutritiva. De adultos repetimos lo aprendido de niños, pero con nosotros mismos.
¿Te sientes culpable después de haber ingerido una enorme cantidad de comida? Cuando comes por ansiedad o para manejar tus emociones, es probable que termines sintiéndote arrepentid@, culpable o avergonzad@. Sabes bien que no estás comiendo porque tu cuerpo necesita alimento, sino que lo haces para “enfrentar” la incomodidad emocional que sientes.
¿Cómo dejar de comerte tus emociones? Existen alternativas para encontrar satisfacción emocional y dejar de recurrir a la comida para manejar tus estados emocionales. Aquí hay algunas opciones:
Si te sientes deprimid@ o sol@, llama a alguien con quien disfrutas conversar, saca a pasear tu perro, juega con tu gato, arregla tus plantas o canta canciones que te animan.
Si te sientes ansios@, sal a caminar o baila para sacar la energía que tienes contenida. Haz un poco de ejercicio o una actividad física. Respira profundamente inflando y desinflando tu abdomen.
Si te sientes agotad@ o abrumad@, consiéntete con un baño caliente, un aceite aromático o un incienso, escucha música relajante o haz una meditación guiada.
Si estás aburrid@, encuentra nuevas actividades estimulantes e intégralas a tu vida: caminar en el campo, aprender a tocar un instrumento, visitar amigos, ir a un museo.
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