Un trauma psicológico y emocional es el resultado de sucesos altamente estresantes en la vida de una persona. Estos eventos, por ejemplo, la pérdida de ambos padres a la vez, hacen tambalear su seguridad y la hace sentir indefensa y vulnerable. Con frecuencia involucra una amenaza a su vida, como en el caso de un secuestro. Cualquier situación abrumadora o intimidante puede ser traumática, aunque no haya daño físico, tal es el caso del abuso verbal y emocional en la niñez.
¿De dónde surge el trauma?
Algunas situaciones causantes de trauma psicológico y emocional son: asalto a mano armada con violencia; ser testigo de crímenes, presenciar desastres naturales como terremotos o inundaciones; ‘bullying’; procedimientos médicos invasivos, por ejemplo, cirugía por cáncer de mama; separación de la familia de origen en la niñez; diagnóstico de una enfermedad discapacitante o mortal; accidentes automovilísticos o industriales.
¿Cuándo se produce un trauma?
No todas las situaciones altamente estresantes generan un trauma emocional. Las siguientes condiciones aumentan la probabilidad de aparición del trauma psico-emocional:
Que suceda de manera inesperada, como en el caso de un suicidio.
Que no se esté preparado para la experiencia, como sucede con la muerte de un ser querido.
Que se esté imposibilitado para evitarlo o hacerle frente, por ejemplo, cuando un niño es testigo del maltrato y abuso físico a su madre por parte de su padre.
Que suceda en repetidas ocasiones: violación o abuso sexual.
Que involucre crueldad intencional: abuso verbal, físico y psicológico por parte de un padre a su hijo.
Que suceda en la niñez, pues hace más probable el desarrollo de un trauma y los trastornos emocionales en la edad adulta.
Que se hayan experimentado traumas anteriores, demasiado estrés o una serie de pérdidas.
Dos personas pueden vivir el mismo evento traumático y procesarlo de manera distinta. Algunos se recuperan rápido de la vivencia, otros pueden estar devastados o afectados por mucho tiempo. Los síntomas del trauma no siempre aparecen de inmediato, surgen años después en forma de ataques de pánico, depresión, desórdenes de la alimentación, trastornos de la personalidad, pensamientos suicidas o comportamiento agresivo.
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