“Necesito tener a alguien a mi lado para ser feliz”. “No puedo vivir sin su amor”. “Estaré contenta cuando mi cuerpo tenga las medidas perfectas”. ¿Te suenan familiares estas afirmaciones? Quizás has escuchado algo similar, aunque no con las mismas palabras. Estas tres aseveraciones reflejan una actitud bastante común, la de considerar algo como absolutamente necesario para estar bien: la compañía o el amor de una persona, o una figura admirable. Se trata de una necesidad impostergable a la que no se está dispuesto a renunciar.
Me gustaría que consideraras las siguientes preguntas: “¿Realmente se necesita la compañía de alguien para ser feliz? ¿En verdad no se puede vivir sin el amor de una persona? ¿Se necesita un cuerpo perfecto para llevar una vida satisfactoria?” La respuesta es un categórico no. Una necesidad es algo sin lo cual no es posible funcionar en el mundo. Entiendo que se desee tener una pareja, recibir el afecto de alguien más o tener un cuerpo agradable a la vista, pero se puede fácilmente vivir sin ellos y además ser feliz.
Falsas necesidades
Muchas personas se han convencido de que necesitan cosas no esenciales para ser felices: comodidad, buenos tratos, seguridad de que todo va a salir bien. A partir de las exigencias sociales, nos creamos necesidades artificiales. Actuamos con base en la firme creencia de que debemos conseguir aprobación, un cuerpo envidiable, prestigio, admiración o éxito para estar bien. En cuestiones materiales, solemos experimentar como insoportable el hecho de no tener una gran casa, ropa de marca o un auto nuevo.
¿Cómo nos complicamos la existencia?
Al compararnos con otros, convencernos de que debemos tener todo lo anterior y convertir los deseos en necesidades imperiosas. Un deseo se expresa con frases como: “Preferiría vivir en una casa más grande, pero si no es posible por el momento, está bien”, “Me gustaría tener la aprobación de los demás, pero si no la tengo, igual puedo ser feliz” o “Quisiera tener mayor control sobre esta situación, pero si no lo tengo de cualquier manera podré lidiar con ella”.
Que no se cumpla un deseo no se vive como una calamidad, es algo soportable. Por otra parte, que una necesidad irrenunciable no se satisfaga se experimenta como insoportable y trágico. De esta forma de pensar, “¡Es terrible que no pueda tener lo que tanto necesito!”, se deriva mucha frustración, ansiedad y depresión. Y hay más. Si nos exigimos ser exitosos o amados, tener un cuerpo de modelo o el trabajo perfecto, entonces estaremos dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguirlo: trabajar en situaciones denigrantes, faltar a valores como la honestidad, someter al cuerpo a condiciones extremas.
Haz tu vida más sencilla y disfrutable
En realidad, es fácil satisfacer tus necesidades básicas, pues, como decía Séneca, el filósofo romano, “muy poco nos es absolutamente necesario”. Mantente atento a la necesidades artificiales o inventadas. Asegúrate de distinguir entre deseos y necesidades: cuestiónate constantemente si lo que percibes como una necesidad lo es en realidad, o si es sólo un deseo. La gran ventaja de pensar en términos de preferencias o deseos es que son más manejables que las exigencias o necesidades. Disfruta de la satisfacción de tus deseos, pero sin apegarte a ellos. Este es un ejercicio constante de aceptación de la naturaleza cambiante de las circunstancias. Haz tu vida más sencilla reduciendo o eliminando las falsas necesidades.