Las vacaciones de verano son las más largas del año. Los niños desean viajar y conocer lugares nuevos, ir a la playa o visitar a sus parientes en otra ciudad. Sin embargo, esto no siempre es posible debido a la economía de los padres o la imposibilidad de éstos para tomar días libres en esta temporada. Quedarse en casa o en la ciudad no tiene que ser motivo de frustración o aburrimiento. Al contrario, se puede sacar el mayor provecho a los días de descanso para que las vacaciones de verano sean realmente placenteras. Ahora bien, con tanto tiempo de contacto con la familia, los cambios de horario (para levantarse e ir a dormir) y las expectativas de los niños de hacer lo que les venga en gana, es probable que se generen conflictos. Un poco de planeación puede evitar el aburrimiento y problemas entre hermanos o con la familia.
¿Cuánta planeación es necesaria?
Algunos niños se sienten cómodos al tener libertad total, pero la mayoría necesita cierta estructura. El número y el tipo de actividades destinadas a los niños deberán elegirse conforme a su personalidad y necesidades.
Los muy independientes e inquietos son más propensos a causar problemas al tener demasiado tiempo libre si no se les asignan tareas concretas. Éstos requieren de mayor control y orientación. Los dependientes y metódicos necesitan actividades estructuradas que les den seguridad. A éstos hay que motivarlos a gozar de su tiempo libre a su gusto.
Se trata de balancear las labores estructuradas, con un horario establecido, las de apoyo en casa y el tiempo libre. Incluir en las vacaciones un poco de actividad controlada evita el aburrimiento y los problemas causados por éste. Además, tener tareas definidas puede ayudar a los niños a hacer más sencilla la transición para cuando vuelvan a la escuela.
¿Cómo hacer la planeación de actividades?
La mejor forma de hacerlo, de acuerdo con el consejero parental Erin Schlicher, es con la participación de los hijos. Se puede comenzar por hacer una lista de sus intereses. Uno de los principales beneficios de planificar con ellos es que, al hacerlo, se les enseña a administrar su tiempo, una habilidad muy valiosa que usualmente no se enfatiza ni se desarrolla en la escuela. Además, al involucrar al niño en la planificación se evita su resistencia a cooperar, pues está más comprometido con la organización de su tiempo.
Algunas de las actividades estructuradas podrían ser: una clase de guitarra u otro instrumento musical, unirse a un equipo de beisbol, práctica de pintura u otra expresión artística. Éstas se hacen en un horario establecido, pero no hay que sobrecargarlos con este tipo de tareas.
Entre las actividades flexibles están: hacer una visita al zoológico o acuario, visitar a los amigos, quedarse a dormir en casa de parientes, jugar en el parque o aceptar invitaciones de última hora. Éstas no requieren de un horario establecido, sino que permiten mayor flexibilidad.
Aprender a cooperar
Finalmente, están las tareas de apoyo en casa, como recoger los trastes después de la comida, involucrarse en un proyecto de arreglo del hogar con papá o mamá, o auxiliar a los abuelos en algunas cosas. Ocuparse en este tipo de quehaceres enseña a los niños que cooperar para el bienestar de los miembros de la familia y cuidar el estado de la casa son responsabilidad de todos.
Con un buen balance entre ocupaciones con horarios definidos, tiempo libre para hacer lo que se les antoje y tareas designadas, los niños pueden no sólo evitar el aburrimiento y disfrutar, sino también aprovechar muy bien sus vacaciones.