Un ciclo de 365 días marca el término de un año y el inicio de otro. En este momento, nos encontramos entre lo que fue y lo que será. Hacer una revisión del año que termina nos ayuda a dar vuelta a la página de lo vivido y mirar hacia el futuro con esperanza.
¿Qué aprendí?
En el área de las emociones se aprenden tantas cosas en un año. Quizás aprendiste que lo que temes que suceda no siempre ocurre, o que algunos de tus temores son exagerados. Es posible que te hayas dado cuenta de que eres capaz de dejar tu resentimiento a un lado para mejorar tus relaciones, quizás aprendiste a disculparte por tus errores, o que te inventas excusas para realizar los cambios que quieres en tu vida. Estos son aprendizajes valiosos.
¿Cómo expresé mi afecto
(a mí mismo y a los demás)?
¿Cuidaste tu dieta, tus tiempos de descanso y de convivencia con las personas a las que amas?
Quizás aprendiste a poner límites en tu familia y a ejercer la disciplina con amor. ¿Pasaste más tiempo con tus seres queridos, en especial con los que te necesitan? O a lo mejor decidiste buscar apoyo psicológico para mejorar tus relaciones.
¿Qué nuevas oportunidades creé?
Si sanaste tus finanzas este año, pagaste tus deudas o por lo menos no te endeudaste, entonces creaste una nueva oportunidad para el año que comienza: la de planear un evento importante como una boda, tus estudios o cambiar de trabajo. Si revitalizaste amistades o hiciste nuevos amigos, creaste la oportunidad de disfrutar de una agradable compañía.
¿Qué sembré este año?
Una relación amorosa se alimenta día a día. Quizás plantaste la semilla para que germine un nuevo amor o sentaste las bases para una relación más satisfactoria. Si lograste transmitir a tus hijos, hermanos o tu pareja algún valor como el respeto, la honestidad, el amor por sí mismos o la responsabilidad, plantaste una semilla que seguramente germinará y florecerá.
¿Qué llega a su fin?
Decidir conscientemente dejar atrás conductas y pensamientos dañinos es una forma de ponerles fin. A veces sólo hay que decir “basta” a esos comportamientos que bien sabemos nos perjudican, como rumiar acerca de lo ya ocurrido, torturarnos por nuestros errores, abstenernos de expresar lo que tiene que ser dicho o postergar un programa de ejercicio físico.
¿Qué quiero para este nuevo año?
Aquí algunas ideas: dejar de controlar a los demás, buscar nuevas oportunidades de trabajo, dejar de ser esclavo de tus emociones, aprender a controlar tu ansiedad (con la ayuda de un profesional), hacer algo para manejar tus celos enfermizos, capacitarte en algún oficio o continuar estudiando.
Son preguntas estimulantes, ¿verdad? Después de considerar estos puntos, te darás cuenta de lo que has avanzado en tu vida, de lo que quieres cambiar, de lo que has aprendido de las personas y de cada vivencia en el año que termina. Tengo la certeza de que esta reflexión te permitirá acceder a la riqueza de posibilidades que trae el año nuevo.