Es el año de 1977 y Arturo Ripsteín estrena en los cines de un México aún conservador ‘El lugar sin límites’, basada en la novela de José Donoso con el mismo nombre, y publicada en 1966.
Pasaría un año más para que México tuviera su primera marcha gay y eran los tiempos de José López Portillo y Arturo Durazo que crearon toda una época de redadas, represión y mucho odio social contra la comunidad homosexual.
La película cuenta la historia de La Manuela, un travesti que regentea un burdel con su hija, La japonesita, quien es producto de una noche de borrachera en su juventud. Pancho es un macho temerario que viene una noche a querer abusar de la hija del travesti y éste, a pesar que le teme a las reacciones violentas del machote, se enfrenta a él para que deje en paz a la muchacha. Pancho está borracho y al calor de los tragos va liberando el gay que lleva dentro, pero que no se permite a sí mismo porque lo encubre de homofobia. Mientras La Manuela baila para él la leyenda del beso, los ánimos se van encendiendo y acaban dándose un beso en la boca.
Pancho y La Manuela gozan mucho el beso, pero al ser descubiertos por el cuñado del primero, se asquea de lo que acaba de hacer, y matan a golpes entre ambos al hombre travestido. El final de La Manuela es muy triste.
Pancho como muchos, 'lava' su honor y como todos, dirá que fue víctima de los coqueteos e insistencia de un ‘puto’. Lo interesante de esta cinta es que por primera vez en el cine mexicano, dos hombres se dan un beso en la boca.
Además de ser una excelente historia, muy bien lograda y con un elenco, breve, pero muy talentoso, la película llamaba mucho la atención por ese detalle.
Los actores Gonzalo Vega y Roberto Cobo, Calambres (Ariel de plata por este trabajo), logran en unos segundos, cambiar la manera de contar historias en nuestro mundo cinematográfico.
El director atrapa la atención del espectador y consigue crear esa magia perfecta para que el tema sea bien digerido por la audiencia.
Nos habla muy claro de cómo estos machos de manos llenas de grasa de auto, de caminar arrogante y de ademanes bruscos, al ritmo de las chelas y de un empujoncito, caen en sus propias debilidades y en lo que tanto esconden y que disfrazan de odio hacia todo lo que es homosexual.
La única disculpa a su callada preferencia sexual por otros hombres es insultarlos. De ese modo, nadie puede sospechar de ellos, pero en el fondo, sienten caliente, muy caliente en medio de las piernas cuando ven a otros machos como ellos, y en lo oscurito, se hacen 'cositas’ prohibidas. Después de eso, si te vi, ni me acuerdo.
El lugar sin límites ocupa el lugar número 9 en la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano, 25 analistas y críticos de cine la colocan en ese sitio en 1994. La academia premia a la cinta con el Ariel de oro a la mejor de ese año.
Ahora que ha muerto Gonzalo Vega, es un pequeño homenaje a su enorme talento, al compromiso que siempre tuvo con su público y con él mismo. Un actor que tomó riesgos y se aventuró a realizar historias diferentes y que sin duda, han dejado huella y han hecho historia.
Vaya pues un enorme aplauso para Pancho, don Juan Tenorio, La señora presidenta, José Carlos Larios, Nosotros los Nobles y una ovación de pie, por haber sido, junto con Roberto Cobo, los dos valientes que con muchos huevos, se dieron el primer beso en nuestro cine. ¡Bravo!