Yo me visto con la ropa que me gusta, sea gay o no ¿y tú?
La última vez que estuve en Puerto Vallarta, le pregunté una dirección al hijo de una amiga. Quería saber dónde estaba un bar gay en la zona romántica.
El chavo, de 18 años, me dijo en tal calle, ahí donde están las tiendas de ropa gay. Solté una carcajada y le dije: "Como que ropa gay?"
La mamá —mi amiga —me dijo, sí, ahí donde están las 'boutiques’ de ropa para ustedes.
Me fui a donde me dijeron y en efecto, había varias tiendas con ropa que presumiblemente se podría pensar que son para que las use la gente gay.
0bviamente, eran prendas para clima cálido, de colores muy vivos y algunos, hasta escandolosos.
Mucho fucsia (fiusha dijeran otros), verdes estruendosos, mucho amarillo, rosa, rojos de estridentes a la vista.
Zapatos de estilo muy moderno y trajes de baño, que fácilmente podrían caber en una cajita de cerillos.
Con estos comentarios, no quiero sonar conservador ni asustado ni nada que se le parezca, pero recordé que en mi no muy lejana juventud ochentera, los jóvenes gays nos vestíamos con lo que encontrábamos en tiendas departamentales o boutiques de la Zona Rosa, Polanco o Insurgentes sur, donde llegaba siempre lo último de la moda internacional, pero que era igual para bugas (heteros) o para gays. Vaya, para cualquier hombre que le gustara vestir bien y a la vanguardia.
Hoy en día, con la apertura de la comunidad gay y la tan mencionada "visibilidad" se han creado nuevos mercados que atacan de algún modo el gusto y los caprichos de una comunidad que de tan emergente es consumista —de siempre— y que además invierte buen dinero en verse bién.
Lo que en los mercados internacionales llaman "el dólar rosa". Lo más interesante fue que uno de los vendedores de la tienda a la que, curioso, entré me dijo que no sólo la gente gay compra ahí. Muchos bugas también buscan esas prendas, porque los pone al día en cuanto a nuevas tendencias, no les importan los prejuicios o estereotipos de que se les condisere homosexuales por usar ciertas marcas o tipo de ropa.
Recordé a un amigo que me dijo que ahora los gays se han heterosexualizado de tal modo, que en estos tiempos acuden a los gimnasios a ponerse en forma y desarollan músculos espectaculares.
Lugares (gimnasios) donde los gay no se atrevían a ir antes por el temor de ser discriminados, víctimas de burla o sencillamente, temerosos de no encajar en sitios donde hombres podrían hacerles pasar un mal rato si notaban algo "rarito" en sus modales.
Del mismo modo, este mismo amigo me decía que los heterosexuales se han homosexualizado de tal modo que se depilan el pecho, las cejas, los genitales y visten con colores antes impensables. Usan productos de belleza y se arreglan el cabello con tintes y colores que ni en sueños se pudo pensar llegaría a pasar. Los bugas ahora se saludan de beso, no temen expresar el amor que sienten por un amigo sea gay o hetero y se comportan más sútiles —no todos— y son más sensibles que antes.
Ciudades abiertamente amigables (Gay friendly) como Buenos Aires, Río de Janeiro, Barcelona, Amsterdam y ahora CDMX , Guadalajara Y Monterrey, exhiben públicamente marcas dirigidas a la comunidad gay y en algunos casos promueven la semana de la moda gay.
Sin duda, las industrias de la moda, cosmética y zapatos han puesto sus ojos en la comunidad homosexual y la han descubierto como un público potencial y espléndido a la hora de comprar y de invertir en la imagen.
La comunidad gay es indiscutiblemente un mercado consumista y generoso. Viajan mucho, gustan de comer en buenos lugares, de beber buenos licores y de gastar sin remordimientos en su apariencia.
Ya tenemos hoteles gays, restaurantes, playas, boutiques gays y no sé si con ésto, nosotros mismos nos estamos incluyendo o nos estamos marginando y haciendo nuestros propios grupos sectarios, donde nos podemos sentir libres y no permitimos que entre alguien a nuestros territorios.
Yo por lo pronto, sigo comprando donde me gusta la ropa y donde encuentro algo que me va, que me queda y que me hace sentir cómodo, sea tienda gay o no.