Hoy parece estar de moda la novela erótica, pero muchas personas confunden el erotismo y la pasión, con el amor. Muchas de las novelas que ahora inundan las librerías con propuestas sexuales no tienen que ver con relaciones amorosas, sino con deseos sexuales.
Hay una diferencia importante entre los factores que intervienen en una verdadera relación de pareja. Pero tenemos una inclinación excesiva por poner a parejas amorosas como los protagonistas de novelas de contenido erótico.
Muchas de las novelas eróticas no tienen como fin el amor, algunas sólo tienen el objetivo de exponer deseos sexuales humanos en situaciones que son parte de las fantasías de los autores. Otras son, sin duda, reflejos de las disfunciones emocionales que los seres humanos tenemos y que no en pocos casos manifestamos en diferentes etapas de la vida.
Su fin es causar excitación y deseo en la mente de quien las lee, con escenas de sexo explícito narrado, donde las frases tabú como “se tragó el semen”, “lamió su vagina” y “embistió con fuerza” son en realidad de las protagonistas “ficticias” de las historias. Incluso, las prácticas sexuales que muchos libros manejan tienen que ver con los lados más obscuros de la sexualidad humana.
También hacen pensar e idealizar valores, sentimientos y emociones con las vivencias de sus personajes. El deseo y el sexo, no el amor, es parte de la novela erótica; por lo tanto, sus personajes, más allá de afinidad amorosa, tienen un deseo erótico compartido que satisfacen no por amor, sino por dejar libre la expresión de sus instintos.
No en vano hoy las mejores novelas eróticas están escritas por mujeres que incursionaron en el mundo de la pornografía, un espacio donde el amor sale sobrando, ya que el porno tradicional exalta el deseo sexual masculino y su satisfacción.
La novela escrita por estas mujeres lleva más trama y una propuesta amorosa que deja ver más claramente la necesidad de dar un giro al erotismo desde la visión femenina y hacer manifiestos los graves errores de las mujeres cuando de amar se trata, pues muchas, como las protagonistas de estas historias, confunden el amor con sumisión o con pasión y llegan a límites insospechados con tal de no ser abandonadas; por ello, no pocas mujeres, que en la vida real tienen ese miedo, se identifican con la protagonista y se confunden pensando que así es como se debe amar.
Además, muchas no sólo creen ir por el camino correcto, sino que confunden el masoquismo con la liberación sexual, dejándose hacer cosas violentas que en realidad no disfrutan, pero que piensan las hacen ser mejores amantes, libres sexuales, cuando justamente son todo lo contrario: están presas de un victimario.
La novela erótica actual ha encontrado un nicho muy importante: la represión sexual femenina y su deseo por liberarse. No en balde, las protagonistas no siempre son mujeres libres sexualmente, sino que son llevadas por sus hombres a experiencias extremas y a fuerza de complacer a la pareja, que no a ellas mismas, se habitúan a dichas prácticas.
Otra aspecto común de estas novelas es el uso de personajes femeninos que usan como objetos sexuales a los hombres, donde ellas mandan y son quienes ponen las reglas, muchas de éstas extremas, como una forma de vengar la sumisión femenina extendida por décadas.